Con la globalización y el gran alcance de las redes sociales, el porno y las imagenes sexuales son cada vez más comunes en nuestra vida pública y en linea. Pero esto no sucede así realmente, los Millennials somos la generación que más habla y piensa en sexo pero la que menos lo practica. En WATT te decimos por qué.
TXT. Andrea Arzola (@andrearzola)
Un estudio realizado por la Universidad de San Diego, aseguró que los Millennials (nacidos entre la década de los 80s y los 90s) tienen menos sexo que las generaciones pasadas. El periódico The Guardian también señaló un hecho impactante: la población de 25 a 35 años de edad era el grupo que practicaba menos sexo mensualmente.
Son muchas las razones por las que esto pudiera estar ocurriendo, el ritmo acelerado de la vida moderna, los altos niveles de ansiedad, la cultura pop hipersexualizada, la pornografía, las expectativas poco realistas sobre el sexo, las citas en línea, el miedo a perder el control, el uso de antidepresivos, etc. Pareciera que el sexo es un agregado en nuestras vidas y ha sido despojado de su papel como prioridad, quedando por detrás de las altas exigencias laborales, los elevados estándares profesionales, las obligaciones y compromisos.

Pareciera que el sexo es un agregado en nuestras vidas y ha sido despojado de su papel como prioridad.
En estos días, la superación personal es una prioridad para todos; todos queremos conocernos a nosotros mismos y convertirnos en nuestra “mejor versión”, dejando a un lado a las personas que nos acompañan y restándole importancia a nuestras relaciones. Preferimos desconectarnos del mundo viendo Netflix hasta quedarnos dormidos.
Sin duda alguna, Internet ha hecho que sea tan fácil satisfacer las necesidades sociales y sexuales básicas que hay mucho menos incentivo para salir al “mundo de la carne” y perseguir esas cosas. Esto no quiere decir que el mundo digital pueda brindarnos más satisfacción que el sexo o las relaciones, porque no lo hace, -pero puede- brindar la suficiente satisfacción para aplacar esos imperativos. Acá es saludable preguntarse: ” Si no tuviese nada de esto, ¿saldría más? ¿Tendría más relaciones sexuales?, para muchos jóvenes millennials, creo que la respuesta probablemente fuera “sí”.
Otra explicación interesante es que hemos crecido con un fuerte énfasis en la seguridad. “Eso podría potencialmente afectar su comportamiento sexual, si han recibido el mensaje de que pueden enfermarse o incluso morir a causa del sexo”, asegura Jean Twenge, profesor de psicología en la Universidad Estatal de San Diego y autor del libro Generation Me.
Tal vez el impulso sexual humano es más frágil de lo que pensábamos, y se detiene más fácilmente.
La gente todavía se confunde cuando ve titulares que dicen “los millennials no tienen sexo“, porque el sexo en sí, probablemente, está más presente que nunca en nuestra vida pública y en línea. Pero tal situación no debería representar un shock: esta recesión sexual ha estado en proceso, por lo menos, desde hace 19 años. Después de todo, tan pronto como algo se vuelve masivamente común, la gente deja de quererlo.
No hay que ser fatalistas, no todo es negativo y las soluciones existen. Hoy en día algunas personas pueden sentirse menos presionadas para tener relaciones sexuales que no quieren tener, gracias a los cambios en las costumbres de género y la creciente conciencia de las diversas orientaciones sexuales, incluida la asexualidad.
Ya todos sabemos que una vida sexual satisfactoria contribuye a tener una vida feliz. Tener relaciones sexuales está asociado no solo con la felicidad, sino con una serie de otros beneficios para la salud. La relación entre el sexo y el bienestar, tal vez no sea sorprendente, va en ambos sentidos: cuanto mejor te encuentres, mejor será tu vida sexual y viceversa.