Te enganchaste, no parás de pensar en él/ella, siempre que lo/la nombran sonreís, cualquier excusa es buena para volverlo/la a ver. Es amor, una sensación tan placentera que querés repetirla una y otra vez. Los científicos aseguran que al enamorarnos liberamos las mismas hormonas que al consumir cocaína o heroína, creando dependencia y obsesión. ¿El amor es un narcótico peligroso?

Texto. Belén Macua / Ilustración. Brunancio


Alguien dijo una vez que ‘el amor es una droga dura’, y estoy de acuerdo con eso” declara Gaspar Noe en una entrevista. El director de la controversial película Love, haciendo uso de la picardía y la franqueza que lo caracteriza, nos empuja a preguntarnos: ¿Somos todos adictos? Cuando uno está enamorado, el deseo es tal que uno llega a sentirse intoxicado por él, volviéndose irresistible la sensación de bienestar que produce la persona amada.

El film cuenta la historia de amor entre Murphy y Electra. La unión entre los protagonistas roza la dependencia total, pasan sus días encerrados en una habitación teniendo sexo, drogándose y embriagándose el uno del otro. El amor es la droga, que se convierte rápidamente en obsesión, la pareja ocupa todos los pensamientos.

Pero un error los separa, él se acuesta con otra y la deja embarazada, ella se deprime y desaparece. Meses después, con una familia a sus espaldas, él todavía la ama como el primer día.El mix de emociones que sentía lo acompañará siempre.

Cada respiro que des, te estaré observando

Un estudio de la Universidad de Concordia, en Canadá, reveló que el amor está en la misma zona cerebral donde se encuentran las adicciones. Al enamorarnos, al igual que cuando se está bajo la influencia de alguna sustancia, las hormonas se disparan. Se incrementa la producción de dopamina, ayudando a focalizar toda nuestra atención en aquel culpable de nuestros suspiros. Soñamos despiertos con cada uno de sus rasgos y pequeños detalles, ocupa cada rincón de nuestro pensamiento.

El filósofo Roland Barthes lo describe como un rapto, “episodio en el cual el sujeto se encuentra capturado, ‘raptado’ por la imagen del objeto amado (flechazo o encantamiento). Está fascinado por esa imagen”. Disminuye el nivel de serotonina, provocando que nos convirtamos en obsesivos y desarrollemos conductas depresivas. Si en el camino encontramos complicaciones que retrasen el final feliz, la producción de dopamina aumenta hasta que desarrollamos cierta tolerancia a ella y sentir lo que sentías inicialmente se vuelve cada vez más difícil.

Abandonar un novio puede ser tan complicado como alejarse de la cocaína. Muchos fueron protagonistas o testigos de relaciones enfermizas que se separan y reconcilian cada dos semanas. “Lo dejé”, te dice tu amiga por décimocuarta vez, pero al otro día él apareció en la casa con un chocolate y ella cayó rendida a sus pies. “Si te enamoras, ya eres el perdedor” dicen en Love. Quizás estén en lo cierto.

Del amor al odio…

Cuando nos rompen el corazón, aquella persona que alguna vez amamos con locura rápidamente se convierte en nuestra peor pesadilla, en la fuente de todo mal. El amor y el odio están íntimamente conectados dentro de nuestro cerebro, producen los mismos síntomas y reacciones hormonales. De un momento a otro su sonrisa, que tan linda te parecía, se volvió la más horrible, las pecas le quedan feas, tiene los dientes torcidos, se viste mal, no te bancás a su mamá, ni te acordas qué hacías con él.

Este fenómeno es tan común que el psicoanalista Jaques Lacan le inventó un nombre: odioenamoración. “El amor más grande acaba en el odio”, dijo al final de un seminario. Quien nos da más alegrías es capaz de provocarnos las peores tristezas. Cuando amamos buscamos apoderarnos de la libertad del otro y al odiar queremos despojarlo de todo derecho. Cualquiera de los dos está condenado al fracaso.

Lovefool

La dopamina se libera cuando estás en el casino, cuando consumís drogas y cuando te enamorás. Los neurotransmisores provocan en el cerebro un estado de euforia, excitando el cuerpo y liberando una dosis de adrenalina natural que acelera los latidos del corazón, eleva la presión arterial, nos vuelve locos.

El amor incluso supera el deseo sexual. La antropóloga Helen Fisher asegura que si una persona se niega a tener sexo con nosotros no nos morimos por eso, pero el amor no correspondido sí ha sido culpable de varios crímenes. Incluso existe el síndrome del corazón roto o miocardiopatía de Takot-subo, un debilitamiento del miocardio que desemboca en insuficiencia cardíaca, ocasionada por una emoción fuerte como las decepciones amorosas.

En Love, Murphy teme que Electra no haya desaparecido, sino que se haya suicidado. Desesperado le deja mensajes en su celular rogándole que vuelva, la lejanía y la incertidumbre lo están matando lentamente. “¿Cómo algo tan maravilloso puede producir un dolor tan grande?”, se pregunta. Parece que nuestro cerebro es el que manda, por suerte la realidad no siempre es tan dramática.