El sexo vende, no es ninguna novedad. Pero la sociedad diferencia entre ofrecer el cuerpo en un programa de televisión y hacerlo en una esquina. La puta feminista María Riot inició un debate necesario al declarar que el sexo gratuito es una utopía. Todos en mayor o menor medida nos vendemos al mejor postor pero las prostitutas son las únicas condenadas por hacerlo.
Texto. Belén Macua / Ilustración. Brunancio
La prostitución es considerada como uno de los oficios más antiguos del mundo. El sexo fue y es un commoditie y probablemente lo siga siendo mientras el hombre habite la tierra, ¿por qué se le niega un lugar en nuestra sociedad?
Ser puta no es diferente a ser cajera en un supermercado o mesera en un bar. La explotación laboral, los salarios paupérrimos y los jefes déspotas están en todas los ámbitos. No son problemas exclusivos de la prostitución. Lo que incomoda es que trabajen con sus genitales, que los utilicen para hacer negocios y no continúen el mandato social que indica que deben tener sexo por amor.
La famosa actriz porno y prostituta argentina Florencia Natalia, más conocida por su nombre artístico María Riot, publicó un texto titulado “Todo el tiempo que perdí cogiendo gratis” y agitó el avispero. El sexo gratuito no existe para ninguno de nosotros, siempre invertimos algo para perder otra cosa. ¿Nunca fantaseaste con cobrarle unas monedas a ese chico que, después de acostarse con vos, se dio media vuelta y se durmió sin siquiera sacarse el preservativo?
FOR SALE
La palabra prostitución deriva del latino prostituere, que significa “exhibir para la venta”. A lo largo de la historia, la práctica adoptó distintas formas y tuvo diferentes finalidades. Por ejemplo, las mujeres de Babilonia debían acudir al menos una vez en su vida al santuario de Militta para recibir a los extranjeros y tener sexo con ellos, a cambio recibían un pago simbólico.
En la Grecia Antigua, tanto hombres como mujeres ejercían la prostitución. Pero lo que los alegraba puertas adentro, era condenado a la luz del día. Las putas debían vestir ropas diferentes, pagar impuestos, incluso eran enterradas lejos del resto. Al parecer sus cuerpos eran dignos al momento de follar pero no para pudrirse junto al resto durante toda la eternidad.
Los egipcios fueron los primeros en aguar la fiesta al prohibir este tipo de encuentros. Siglos después, Carlo Magno cerró todos los establecimientos que albergaban prostitutas y las desterró. Pero, en este caso, no fue el amor el más fuerte sino el sexo. Nada pudo detener a las putas que comenzaron a ofrecer sus servicios en la clandestinidad.
NADA ES GRATIS
Hace unos meses, María Riot publicó una nota en Facebook donde hablaba del tiempo que perdió teniendo sexo sin cobrar. No dudó en afirmar que el sexo gratuito no existe. En su caso esto es literal, pero en nuestro día a día ocurre aunque de manera más sutil. Si te invitan a cenar o al cine, lo “socialmente adecuado” sería que retribuyas con un polvito, o al menos una felatio cortita antes de dormir. Pero, ¿y si no querés, qué problema hay?
“Muchas veces se escandalizan porque las trabajadoras sexuales cobramos por sexo pero en otras relaciones o vínculos, tanto formales como informales, hay un intercambio, a veces explícito y/o económico, como en los matrimonios. Todo lo que se invierte en conocer a alguien, lograr salir con esa persona, y nadie dice nada sobre eso porque está totalmente naturalizado”, explica Florencia en una entrevista exclusiva para Revista Watt.
Ellas cobran por lo que alguien nos dijo desde pequeños que debíamos entregar por amor, para tener hijos o simplemente para hacer feliz al otro. Rompen con la idea de que la mujer es una máquina programada para complacer o una incubadora humana. Nosotras somos las únicas con la potestad para decidir qué hacemos, cuándo y con quién, y el que no esté de acuerdo puede hacer uso de sus dos manos para complacerse (o una, depende el gusto de cada uno).
PEUTEA
En todas nuestras relaciones invertimos algo: ya sea tiempo, dinero o salud mental. Por educación, no esperamos nada a cambio porque el ideal de “chica bien” es una mezcla entre la madre Teresa de Calcuta y una actriz porno. La misma sociedad que te dice que está mal que te prostituyas, te incentiva desde la cuna a buscar un marido que te mantenga a cambio de un par de hijos y platos limpios.
Florencia, al trabajar con su sexualidad, entendió que podía utilizarla como una herramienta laboral y, de esa forma, puso los límites que en el pasado no pudo ponerle a sus ex parejas. “Fueron más las veces que hice cosas que no quería con una persona que me gustaba que con un cliente”, aseguró.
Quizás cuesta comprenderlo pero tuvimos ya unos cuantos siglos para razonar el tema. No hay diferencia entre la mujer tal y como la presentan las revistas o los programas de televisión, y la mujer que ejerce la prostitución. El sexo está a la venta y todos formamos parte del mercado.
PRETTY WOMAN
Gabriela Leite, ex prostituta y activista brasileña, inició su propia marca de ropa llamada Daspu. Quiso popularizar un estilo inspirado en las prostitutas y romper con los prejuicios. Entre las prendas más populares hay un vestido de novia, diseñado en conjunto con un artista esloveno, hecho con sábanas usadas de hoteles transitorios y un velo de condones.