El orgasmo es tan deseado como difícil de conseguir. Una caricia en el lugar correcto puede llevarte al clímax en cuestión de segundos, mientras que en otras ocasiones se hace imposible, derivando en frustración y dolor. Para un hombre, llegar a la eyaculación no es tan complicado, para la mujer es otra historia. Pero no desesperéis, hay solución.
Texto. Belén Macua / Ilustración. Brunancio
SEXO: LA PETITE MORT
A lo largo de la historia, el orgasmo ha representado para la humanidad un misterio por descifrar. Mientras que para los antiguos griegos el momento del climax tenía alto valor. Los romanos creían que éste sólo se reservaba al hombre, la mujer no podía disfrutar del acto sexual y si su pareja la ayudaba con técnicas como el cunnilingus se lo tildaba de impotente.
Durante el siglo XV en Europa, los médicos comenzaron a inducir el orgasmo “manualmente” en mujeres diagnosticadas con “histeria” para calmar los nervios y dolores de cabeza. Ésta práctica fue disminuyendo con la aparición de los primeros vibradores. Aunque la parafernalia sexual se volvió cada vez más variada, la anorgasmia en las mujeres no desaparecía y las terapias alternativas tomaron la posta.
Orgasmatron
El doctor Stuart Meloy trata pacientes con dolores crónicos utilizando implantes electrónicos que, conectados a los nervios de la columna vertebral, envian pulsos para aliviar las molestias. Comenzó a percibir que el aparato, en algunas ocasiones, emitía intensas sensaciones de placer. Éste interesante e inesperado efecto secundario, además de ser un regalo para el convaleciente, podría ser de gran ayuda para las personas con disfunciones sexuales.
Le puso “Orgasmatron”, no sabemos si fue casualidad o el doctor es un fanático empedernido de Motörhead y quiso rendirles homenaje usando el nombre de uno de sus discos. Pero no pudo atraer el interés de los inversionistas para desarrollar el producto, aunque parezca mentira, nadie quiso ayudar con los seis millones de dólares necesarios para realizar la prueba clínica.
El mundo parece no estar listo todavía para un aparato como éste, así que quien quiera testearlo tendrá que fingir dolores crónicos y rogar por el efecto secundario milagroso.
Otro tipo de Yoga
La meditación orgásmica u OMing es un término acuñado por Nicole Daedone y Robert Kandell, fundadores de la organización OneTaste dedicada a enseñar OM y slow sex. Ésta práctica de mindfulness se realiza entre una mujer y su compañero/a. Es una actividad no apta para tímidos. Ella se acuesta mientras el otro examina y describe su vagina, el color, la forma. Luego estimula su clítoris durante 15 minutos utilizando una técnica destinada a aprovechar sus diez puntos primarios.
Daedone distingue el climax, un placer físico fugaz, del estado orgásmico, un momento de conciencia pura y continua que da vitalidad y felicidad. “Uno siente que está completamente absorbido por la experiencia sin necesidad de recurrir a la psicología, está fuera de su cabeza, es una caída del ego. Al ocurrir esto, las limitaciones desaparecen. En el Estado Orgásmico nos sentimos totalmente presentes y conectados”, explica. Aunque no lo parezca, para las mujeres liberar la mente de todo lo que cotidianamente nos agobia es muy difícil, pero OneTaste recomienda “dejar que el deseo guíe”.
Aquellos que practican OM aseguran que lograron orgasmos más intensos y profundos, además pudieron expandir su capacidad para sentir placer y otras sensaciones. Justine Dawson se lo tomó muy en serio, tuvo una experiencia tan intensa que decidió renunciar a su trabajo y dedicarse tiempo completo a ayudar a las mujeres a “acabar”. “Es como si dos personas se enchufaran a la corriente y sintieran electricidad recorriéndoles todo el cuerpo”, cuenta.
Más despacio que me gusta
Muchas veces la rutina y el acostumbramiento llevan a la pareja a acortar el tiempo de la relación sexual, reduciéndolo a movimientos simples y rápidos que logren el “final feliz” y listo. El promedio mundial de tiempo entre las sabanas estiman que es de 19 minutos. Los españoles y británicos no llegan a superar los 15 minutos de sexo, cortito y al pie.
Daedone propone practicar slow sex, haciendo énfasis casi exclusivamente en el placer de la mujer y enfatizando que el romance y el amor no son tan necesarios. No se trata de hacer todo lento, sino a la velocidad correcta, saboreando la experiencia, nutriéndose. El sexo no es sólo genitalidad, hay otras zonas erógenas que explorar. La idea es cultivar el deseo aprendiendo a reconocerlo y a articularlo, teniendo en cuenta que el sexo no sólo se lleva a cabo en la cama, también entran en juego nuestras fantasías y pensamientos.
Como dijo el escritor J. D. Salinger: “El cuerpo de la mujer es como un violín y hay que ser muy buen músico para arrancarle las mejores notas”. Así que pongan manos a la obra, muchachos, que la práctica hace al maestro.