Las mujeres hace tiempo que experimentamos con todo tipo de juguetes sexuales, pero a los hombres les cuesta un poco más meter un objeto en su cama. Sin embargo, durante la última década, fueron perdiendo el pudor para entregarse al placer sin tapujos. Tu próstata también merece divertirse y por eso te damos algunas ideas.

Texto. Belén Macua / Ilustración. Brunancio


Todos vimos un consolador alguna vez, quizás más de uno, de formas y colores variados, pegados a arneses o a cinturones. El universo de los juguetes sexuales para mujeres es diverso y muy conocido, el masculino, en cambio, no es tan popular.

A mediados del siglo pasado, los artefactos fabricados para la anatomía del hombre estaban mal diseñados y apuntaban principalmente a aquellos que tenían problemas en la cama. Un claro ejemplo son las bombas de pene, conocidas por el mito que aseguraba que eran capaces de agrandar el tamaño del miembro.

En 1995 se lanza al mercado Fleshlight, un aparato para masturbarse que buscó superar a sus predecesores utilizando materiales que imitaba mejor la sensación que producen los orificios humanos. Querían deshacer el estigma que relegaba estos objetos al público homosexual o a las personas con disfunciones eréctiles. Nadie debe quedarse afuera de esta fiesta que viene con el cotillón incluido. 

Ellos también se divierten

En el 2005, se fundó en Japón la empresa Tenga. Introdujeron en el mercado fundas de masturbación y otros productos, fabricados con texturas innovadoras que no sólo buscaban imitar la carne. Sus diseños elegantes y modernos apuntaban a cumplir con el lema de la empresa “Mastúrbate mejor”. Incluso ofrecen una línea intervenida por el fallecido artista Keith Haring, para que los amantes del arte tengan algo lindo para ver mientras llegan al clímax.

Al mismo tiempo, la industria comenzó a incorporar vibración a sus productos y las ventas se dispararon. El hombre y la mujer podían compartir e intercambiar sus juguetes. Incluso, se crearon objetos destinados a las parejas, para que ninguno quede afuera de la fiesta.

Recientemente se lanzó a la venta el Lovense Max,  un simpático artefacto que funciona al conectarse al teléfono y vibra al ritmo de tu canción favorita. Ofrece la posibilidad de ser manipulado de manera remota, ya no es necesario que tu pareja resida en tu mismo código postal para participar.

El punto P

En el 2010 comenzó lo que Steve Thomson, de la empresa sueca LELO, llamó “La gran fiebre prostática”, una epidemia mucho más interesante que las pestes que sufrimos siglos atrás. Los consumidores heterosexuales comenzaron a disfrutar de las bondades que ofrece ese punto erógeno con más soltura y sin vergüenza.

Oscar Ferrani, divulgador sexual, asesor y portavoz de la tienda Amantis, explicó: “El denominado punto G ha estado presente desde las culturas ancestrales, y no sólo la mujer posee este centro neurálgico de placer. Los hombres también lo tienen. Se sitúa junto a la próstata y se le conoce como Punto P. Existen líneas de juguetes específicas diseñadas para aprender a localizar dichos puntos con facilidad”.

Aumentó la demanda de dispositivos que ayudan a alcanzar el orgasmo anal y así surgieron juguetes como el B-Vibe que intenta imitar la sensación que produce la lengua en el ano. La empresa Hot Octopus lanzó Pulse, una funda de pene cuya vibración está enfocada en el frenillo y te da la posibilidad de estimularte sin usar las manos.

La mujer también entró en el juego con el “pegging”, una práctica en la que ella penetra al hombre utilizando dildos o vibradores. Hay modelos con manos libres que pueden colocarse antes del encuentro sexual y mantenerlo allí durante el coito. Es importante siempre utilizar juguetes con tope como los plugs anales, porque si se pierde ahí adentro la visita al médico no va a ser para nada agradable.

Que nadie quede afuera

El año pasado, el activista transexual y estrella porno Buck Angel creó el Buck-OFF, un objeto masturbador pensado especialmente para hombres FtM (persona que es mujer biológicamente pero su identidad sexual es masculina). “Mucha gente que ya vivió o está en proceso de transición de mujer a hombre no quiere tocar sus genitales. Se disocian de sus vaginas porque no les parecen masculinas. Cuando pasas por esa transición, quieres tener pene, quieres sentirte como hombre”, explica Buck.

Luego de cinco años de investigación, logró un juguete de masturbación parecido a otros pero más amplio, porque al tomar testosterona los genitales se alargan. Es un bulto con forma fálica que cuenta con una base suave que crea succión y permite la masturbación sin tocar los genitales. Como dijo el Indio Solari, “el futuro llegó”, y por suerte esta vez están todos incluidos.

Los tabúes que impedían la exploración del cuerpo masculino han sido derribados, sacando de la clandestinidad un universo de artefactos capaces de producir orgasmos como nunca antes se habían experimentado. No hay lugar para los pudorosos en esta nueva era de florecimiento sexual.