Si bien se reconocen sus múltiples beneficios físicos y psicológicos, la masturbación es una práctica bajo el estigma de “prohibido” incluso hoy en plena posmodernidad, que genera en algunos casos culpabilidad ante el placer de quien lo practica. Por eso, la psicóloga clínica especializada en temas de sexualidad y relaciones, Marcella Collia, vino a romper varios paradigmas y mitos con respecto a la autogestión y hablar sobre la importancia que tiene para nuestro bienestar personal.

Por: @marcelacollia Ilustración @Calaveradesign


Hace no mucho realicé una investigación para mi tesis que me halló en un sótano a medio construir -con acceso semi clandestino-  donde observaba a distintas personas gesticular cómo es que habían llegado a sus primeros orgasmos.

Personalmente, durante la mayor parte de mi vida, me masturbé haciendo una serie de movimientos musculares, al tiempo los reemplacé por pensamientos más potentes.  Finalmente, a mis 21 años me dejé guiar por el estímulo contundente del porno y mis dedos en la misma moción hasta a los 26. Gracias a aquel sótano sobre iluminado y con olor a humedad, tuve la oportunidad de replantearme semejante aburrimiento y falta de creatividad.

Después de eso decidí que no iba a masturbarme de la misma forma dos veces seguidas por 30 días. Suena infantil, inútil o incluso imposible. Lo cierto es que no es tan difícil ni complicado. Hay que hacerle el aguante a la zurda, hay que usar más lubricante y únicamente pulsar el dedo índice sobre el clítoris, hay que agregar un dedo en la entrada de la vagina y efectuar presión con o sin movimientos circulares, hay que aguantar lo máximo sin tocarse, hay que incorporar vibración con o sin intermitencias y con variaciones en la intensidad, hay que apretar el clítoris con el capuchón y apenas rozar lo que sale con un dedo o vibrador lubricados. Las posibilidades no tienen fin.

A nivel práctico podemos divertirnos y calentarnos. Pero lo que ocurre a nivel psicológico es diferente. Cuando doy charlas acerca de la masturbación o del placer personal me veo obligada a hacer hincapié en lo importante de lo autogestivo que tiene este tipo de placer, más allá de que haya orgasmos, cachondeos u otros componentes medibles y sensacionalistas. Es importante que no releguemos la búsqueda activa, variada, juguetona, con ánimos de descubrimiento de nuestro propio placer.

Ahora bien, si queremos darnos un gusto sexual, solemos pensar en la soledad como una falla o algo que no llega a ser tan bueno como el sexo en pareja. Te invito a dedicar la misma energía a estar con vos mismo o misma. La masturbación, no importa cómo te la enseñaron, es el único momento donde tenés el enorme poder de recablear tu cerebro para que experimente placeres que antes no podía o no sabía cómo. Vos elegís cuánto dura, qué pensás, qué mirás, cómo te estimulás, cómo jugás con tu cuerpo y cómo lo desafiás.

No te estoy incitando ni obligando a masturbarte. Tampoco te estoy pidiendo que tengas un orgasmo, aunque mi tesis iba por ese lado. Simplemente te estoy comentando que quizás la próxima vez que tengas un tiempo libre pienses en la autogestión y no tanto en pasivamente cooperar con el proyecto de otra persona.

A todo esto agregale un segundo nivel. Muchas personas no se animan a dar el paso de salirse de lo común ni a intentar algo nuevo. Hay otras que piensan que tocarse o tocar a otra persona es exponerse demasiado, ya sea por miedo a ser consideradas ‘pajeras’ o a que a la otra persona no les guste lo que hacemos. El miedo a no ser comprendido durante el sexo, a quedar como un ridículo o una ridícula puede ser extremadamente paralizante.

Acá nuevamente viene el antídoto químico que es el orgasmo y, más aún, el orgasmo autogestionado. Cuando elegís tocarte estás diciéndole a tu cuerpo que su placer importa. Estás diciéndole a tu cerebro que su placer importa tanto qué querés que esté preparado para recibirlo de formas diferentes y que no caiga en lo mismo de siempre. No sé a vos, pero a mí esto me hace sentir poderosa.

“Cuando elegís tocarte estás diciéndole a tu cuerpo y a tu cerebro que su placer importa tanto qué querés que esté preparado para recibirlo de formas diferentes y que no caiga en lo mismo de siempre”

Probablemente mañana camines por la calle llevándote al mundo por delante aunque no te hayas bañado y huelas dudosamente a mezclas de perfumes naturales y artificiales. Esa vitalidad es la que no tiene nada que ver con tamaño, estudio o lectura de libros. Es una vitalidad que solo se da en conexión con otra persona. En ese momento nada importa un gramo de celulitis, rollo o imperfección. Bueno, justamente eso es el sexo.


Hacete cargo de tu placer

-Proponete hacerte cargo de tu propio placer haciéndote un lugar y espacio a eso que antes no le dedicabas.

-Procurá introducir nuevas prácticas desde una curiosidad proactiva, guiada por tu autoconocimiento intuitivo y por un afán de que ocurran cosas novedosas.

-Intentá adueñarte de todo el conocimiento que obtengas acerca de ti por más inesperado que sea.

-Buscá formas simples y orientadas a que todas las personas involucradas obtengan la mayor cantidad de placer posible. Preguntate constantemente qué es lo que te da placer a vos y al resto.

-Identificá cómo este nuevo conocimiento te provee de poder e incluso te permite brindárselo a otras personas que quizás no han tenido la posibilidad de conocerse tanto.