A Paula Pareto le dicen “la peque” aunque es una judoka gigante. Además de verla por televisión en las competiciones de alto rendimiento de todo el planeta, las que incluso la llevaron a ser campeona mundial en el 2015, te puede atender en una guardia de algún hospital de la Ciudad: porque Paula es todo terreno y está haciendo la residencia como médica. Entrevistamos a una mujer que inspira y moviliza.
texto. Stephanie Peuscovich / @stephiepeusco
Comenzaste a practicar el judo de niña, a los 9 años. Teniendo en cuenta que no es un deporte tan popular, ¿cómo lo conociste y por qué decidiste hacerlo?
Lo conocí porque lo empezó a practicar mi hermano. Mi papá lo había practicado. Y ahí arranqué con él, en su segunda clase.
En una entrevista mencionas que en un entrenamiento, unos hombres que también practicaban judo te dijeron: “salí acá se entrenan varones”. ¿Tuviste que pelear mucho para hacerte un lugar?
No. Para nada. Esa fue la única vez que me hicieron un comentario de ese tipo. Después siempre fui la más cuidada y mimada de la clase por mis compañeros.
“Cuando empecé judo era la única nena de la clase o tal vez 2 o 3 más como máximo. Hoy en los lugares de entrenamiento, en las escuelitas, hay más nenas que nenes. Eso me parece genial porque demuestra q no hay deportes según sexo”
¿Te consideras una referente para todas aquellas chicas que quieren comenzar este deporte, en el sentido que abriste el camino?
Creo que en base a los números podría ser. Cuando empecé judo era la única nena de la clase o tal vez 2 o 3 más como máximo. Hoy en los lugares de entrenamiento, en las escuelitas, hay más nenas que nenes. Eso me parece genial porque demuestra q no hay deportes según sexo. Sino que son sólo deportes.
¿Qué te llevó a convertirte en médica y tener otra profesión más allá del judo?
Siempre me gustó la medicina y creo que es importante elegir y hacer una carrera porque el deporte tiene un vida útil por decirlo de alguna manera. Y tenés que pensar también en tu futuro. Si te lo propones, es posible hacer las dos cosas.
Sos bastante crítica con el sistema de salud actual, respecto de las residencias. ¿Cómo te gustaría que fuese?
No siento que sea crítica. Es de la forma que es hace años y así funciona. Uno acepta ese sistema con todo lo que ello implica desde el momento que arranca. Sabemos lo que va a pasar y lo elegimos porque creemos que es lo mejor para aprender. Aún sabiendo que es duro.
“El papel que hacemos como embajadores con Weber es una de las cosas más lindas que me pasó como deportista. Que nos den la oportunidad de poder ayudar a quienes más lo necesitan me reconforta el alma.”
¿Pensás retirarte del judo y dedicarte solo a la medicina?
Claro. En algún momento. Lo que no sé es cuándo.
Gracias a tu pertenencia y aportes en Huella Weber, cerca de 200 chicos se alimentan en los comedores de virgen de Itatí y Gauchito Gíl de Pacheco, ¿Qué significa para vos?
El papel que hacemos como embajadores con Weber es una de las cosas más lindas que me pasó como deportista. Que nos den la oportunidad de poder ayudar a quienes más lo necesitan me reconforta el alma. Cada vez que fuí al comedero a visitar a los chicos o a llevarles regalos, la alegría y el agradecimiento de los nenes y las mamás me llenaron de emoción. Ver cómo fue evolucionando el proyecto también es lindo. Siempre surgen nuevas propuestas para seguir aportando y eso me hace reafirmar lo lindo de este proyecto. Cada vez van más chicos van al comedero y es gracias al esfuerzo de mucha gente. Nosotros, junto a Weber, aportamos nuestro granito de arena para q los chicos tengan un buen lugar para estar y una buena base alimenticia, para crecer en mejores condiciones.