El sueño de Patricio Garino, jugador de la selección argentina de básquet, es el sueño del pibe, el del tanguito. Pato cambió Mar del Plata por Orlando, español por inglés, su lugar en el mundo por el sueño perseguido, y todo a los 16 años. Hoy, con 23, comparte plantel con la Generación Dorada, Ginóbili y compañía, y en un Juego Olímpico. Además, jugará en la NBA, en los San Antonio Spurs.

Texto. Juan Butvilofsky / Ilus. Matías G. Martínez


¿Fue la educación o el deporte lo que te motivó a dejar Mar del Plata, donde ya practicabas básquet?

Fue una decisión para poder cumplir ambas: recibirme con un título de una universidad prestigiosa de Estados Unidos, y al mismo tiempo poder competir a un muy buen nivel basquetbolístico. Fui afortunado por tener varias ofertas para poder jugar en otros lugares antes de irme a Florida, pero mis viejos me dijeron que ninguna opción era la mejor, así que su papel de aconsejarme en ese proceso fue muy importante, porque me permitieron tomar la mejor decisión posible.

¿Cómo recordás tus primeros días en Montverde Academy?

Lo que más me acuerdo es el día que llegué a Orlando como un pollito mojado, medio enfermo, bastante asustado y nervioso, porque sabía que iba a ser un país nuevo, un idioma distinto y una forma completamente diferente de jugar al básquet. Una vez que llegué al colegio todas mis incertidumbres y preguntas desaparecieron en un instante, porque me encontré con unas instalaciones increíbles y un montón de gente dispuesta a ayudarme. Con todas esas personas hasta el día de hoy sigo en contacto continuo, son amistades para toda la vida. En Montverde crecí académicamente por aprender a estudiar en un nuevo idioma, aprendí una nueva forma de jugar al básquet, pero lo más importante es que maduré como persona. Vivir solo desde los 17 años no fue fácil, pero creo me ayudó a transformarme en la persona que soy.

¿Qué significó para tu crecimiento deportivo, académico y humano el paso por George Washington, tu etapa universitaria?

En el paso por George Washington fue mucho más fácil adaptarse y pude disfrutar al máximo de todas las experiencias y conocer muchísima gente en el camino. Fueron cuatro años que me permitieron estudiar y recibirme de Administración Deportiva y Marketing, y al mismo tiempo desarrollar mi cuerpo, ser más fuerte y adquirir nuevas estrategias y técnicas para trasladarlas a las cancha.

¿Qué implica compartir cancha con la Generación Dorada en un Juego Olímpico?

Obviamente jugar en la NBA sería un sueño para mí. Es lo que vengo deseando desde que arranqué a jugar al básquet. Cuando empecé a mirar a la selección argentina y a la Generación Dorada me di cuenta de que quería hacer lo que ellos hicieron y poder competir al máximo nivel. Poder compartir una cancha con mis ídolos es más que un honor y orgullo, pero a la vez su humildad y su forma de trabajo te hacen sentir como si ellos fueron uno más en la cancha y te ayudan a crecer como jugador por toda la experiencia que tienen. Tener la posibilidad de compartir un Juego Olímpico con ellos es un sueño cumplido, el pico de mi carrera deportiva.