En el 2000 creó la banda Damas Gratis, en la que puso su cuerpo, su mente y su voz. Es el representante indiscutido de la cumbia villera, aunque pelea contra ese término por ser un invento de la industria cultural. Éste líder, que marca la tímbrica con su teclado, es el responsable de lograr en sus shows la condensación entre sectores populares, clases medias y altas.
Texto. Florencia Garibaldi / Foto. Mariano Michkin
Tocás el teclado desde los 12 años. ¿Siempre fuiste por el lado de la cumbia?
Sí, desde que tengo noción escucho cumbia. Mi familia, por cultura, escuchaba cumbia. Cuando llegó el momento de ejecutar, tocaba lo que tenía en el oído. Después empecé a formar parte de los grupitos de barrio y quería un sintetizador. Obvio que no teníamos plata y mi viejo vendió el microondas para comprarme un Roland. La verdad que siempre me apoyó. Me acompañaba a todos los shows y eso implicaba cargar los instrumentos, descargar, armar. Mi vieja en cambio me decía que vaya a estudiar, que eso no me iba a dar de comer.
Tu familia te contuvo mucho, ¿fue cuándo saliste del nido que empezaste a tener problemas con las drogas?
Fui muy bien criado por mis viejos. Me explicaron cómo era la calle. Pero yo soy un hijo de re mil puta e hice todo lo contrario a lo que me enseñaron. Fui un boludo. Tuve una etapa, que fueron dos años, en las que me mandé las mil y una. Pasé de ser “hiper” correcto a ser todo lo contrario, como el doctor Jekyll. Probé todas las drogas, me pintó el descontrol, toda la mar en coche. Me marcó mucho. Entonces hoy trato de estar en sintonía.
“Fui muy bien criado por mis viejos. Me explicaron cómo era la calle. Pero yo soy un hijo de re mil puta e hice todo lo contrario a lo que me enseñaron”
¿El ambiente en el que tocabas influyó a la hora de consumir?
No. Nunca había probado nada. Hacía canciones mirando el barrio, no para adentro mío. No sé, me comió el personaje y dije: “Yo tengo que probar para saber cómo es esto”. Así me volví adicto. En esos dos años, caía preso dos veces por día. Gracias a mi familia me rescaté y fui a una comunidad terapéutica donde hice un tratamiento de punta a punta. Proyecto Uno se llamaba, nunca lo dije. Ahora soy feliz y disfruto de todo lo que en esos años no pude. Era un martirio. Les hice la mil y una a todos. Me volví un bardo. “Te quiero pero soy un bardo” (se ríe).
Tuviste un accidente de moto grande y no pudiste caminar por mucho tiempo. ¿Cómo marcó ese episodio el comienzo de Damas Gratis?
Tocaba en Amar Azul y había muchas canciones que componía que quedaban afuera porque no iban con la onda de esa banda. Entonces hice Flor de Piedra, donde pude expresarme y pagarme mi primer estudio de grabación. Me acuerdo que me salió tres mil pesos cien horas de grabación. Fue en el 98. Pensé: “Acá voy a hacer lo que quiero”, corte rebelde. Lo que yo digo se va a hacer porque las doce canciones son mías y pagué el estudio. Gracias a eso entró un buen billete y me compré una moto por pendejo. Flasheaba ir con minitas en culo atrás. Me duró re poco (risas), choqué contra un auto. Me hice pelota, me rompí las dos piernas y quedé postrado por seis meses. Tuve mucho tiempo y mi único compañero era el Kawai (teclado). Grabé el segundo disco de Flor de Piedra y en paralelo creé Damas Gratis.
“Nunca había probado drogas. Hacía canciones mirando el barrio, no para adentro mío. No sé, me consumió el personaje y dije: `Yo tengo que probar para saber cómo es esto´”
¿A quién se le ocurrió el nombre Damas Gratis?
A un asistente que tenía. En ese momento nos íbamos de gira en un camión, como los que usan los rockers y era mucho tiempo compartiendo viajes. Mirabamos películas, jugábamos al truco. Éramos veinte monos ahí “gediendo”. Con este pibe, que le dicen “La Vieja”, nos colgábamos a inventar nombres de grupos. Por ejemplo, un grupo con toda la energía: Grupo Electrógeno. Así salió Damas Gratis, para cagarnos de risa y pasarla bien, además iba a llamar la atención en los flyers de la calle.
¿Te afectó ser proscripto por el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) en el 2002?
Era muy joven, vivía en una nube de pedos. Si me pasa ahora me muero. En ese momento no me importó porque estaba en otro mambo. La verdad que no me hacía mala sangre. Estaba “soft”, de valium (risas). No nos dejaban tocar en la tele, no nos pasaban en las radios. Hubo que empezar de cero. Fue una mano negra, la “Cosa Nostra” (sociedad secreta criminal siciliana). Directamente no nos compraban, porque si aparecíamos les clausuraban el baile. Fue una guerra sucia. Cuando asumió Kirchner (Néstor) pudimos volver. Tengo un tema en relación a eso que dice: “Y ahora vine otra vez, todos se están matando, de nuevo en la TV”.
Escribís letras en relación a tu realidad, tu barrio, que representan a los sectores populares. Sin embargo, actualmente tus canciones trascienden clases sociales y van a verte grupos heterogéneos…
Hay una diversidad verdaderamnete grande de público en mis shows. Según donde toque también hay cierto tipo de asistentes y se eliminó el prejuicio que había antes con nosotros. No me considero bizarro, nosotros somos reales, somos así. Si me invitás a un programa o a una fiesta, vamos a tocar en vivo. Nada de meter un CD y hacer pasitos o pelotudeces. Y siempre luchamos mucho por eso. Hoy, ya tenemos la sartén por el mango y si querés Damas Gratis ya sabés con qué te vas a encontrar.
“Si me invitás a un programa o a una fiesta, voy a tocar en vivo. Nada de meter un CD y hacer pasitos o pelotudeces”
Seguís viviendo en el mismo barrio, ¿cómo es tu rutina?
Sí, con mis hijos y mi señora Ceci, con la que estoy hace quince años. Que me re bancan porque vivo al revés. Los findes por tocar casi que no estoy y si estoy me levanto a las cinco de la tarde. Todo por el trabajo y no por el reviente. Cuanta el mito que son siete shows por noche (risas), pero es mentira. Igual si hago dos bailes, termino a las seis de la mañana, si hago cinco también.
Con Fidel Nadal trabajan en conjunto hace años. Él al igual que vos, desde su estilo, viene rompiendo con prejuicios. ¿Cómo fue crear la nueva versión de Gente que No?
Lo conocí a Fidel en el 2001 en una sala de ensayo y grabamos un tema, Vamos a Robar. Después hicimos La Flor y con esto Fidel se metió en la cumbia, y en mis escenarios. Hoy cuando sube, la gente lo quiere, porque él estuvo desde el comienzo. Hicimos muchas cosas, sólo que no le dimos prensa. Un día surgió la chance de grabar Gente que No y después filmar el video, que nos llevó dos días. Primero fuimos a la periferia, a la Villa 20 en Lugano. Ahí fui yo, podía tirar pasos. El segundo día, quería ir a la Plaza de Mayo y Fidel a la Reserva Ecológica. Fuimos con las cámaras caminando por la calle para ir de un lugar a otro. Entonces, había un camionero juntando escombros y nos prestó el camión. Después, pasamos frente al Luna Park donde están los colectiveros y nos dieron un bondi. En Puerto Madero pasó un camión con un container y nos metimos ahí para tocar. Cuando llegamos a la reserva estaba cerrado y se largó a llover. Fue todo espontáneo y quedó increíble.
3 COSAS DE PABLITO
Un teclado para componer: Roland Prelude
Una película: Pánico y Locura en las Vegas
Un tema: Quizás, de los Reyes Vallenatos