EL PRIMER PAPEL IMPORTANTE DE LUDOVICO DI SANTO EN TELEVISIÓN FUE CUANDO HIZO DE JAGGER EN FRECUENCIA 04 Y ENAMORÓ CON SUS OJOS CELESTES, SUS RULOS Y SU INCREÍBLE VOZ. SE CONVIRTIÓ EN UNO DE LOS GALANES ARGENTINOS Y ES ELEGIDO POR LAS MARCAS PARA PROTAGONIZAR SUS CAMPAÑAS. EL MES PASADO, SE ESTRENÓ UNA NUEVA SERIE DE FOX, 2091, DONDE ES UNO DE LOS PROTAGONISTAS. ALLÍ, PODEMOS VERLO PLANTADO EN UN LUGAR TOTALMENTE DIFERENTE, DONDE EXPLORÓ UNA GRAN LIBERTAD PARA CONSTRUIR A SU MEFISTO.
Texto. Florencia Garibaldi / Foto. Mariano Michkin
Pronunciar su nombre es sinónimo de la italianidad al palo. Tiene la fortaleza y la sensualidad de uno de los idiomas más románticos que existen. Con esa herencia encima, la producción de fotos estaba obligada a sacarle al tano que lleva adentro. Con la sonrisa perfecta que lo caracteriza y mucha predisposición, se calzó los tiradores y salió a la cancha. Jugó con una bicicleta, se sentó a tomar un cafecito y bailó sin parar cuando le pusimos Daft Punk. Le hizo caso a una de las canciones que le estaba pidiendo a gritos que se libere y se pierda en el baile (“Lose Yourself To Dance”).
Naciste en Buenos Aires, pero pasaste una gran parte de tu vida en Lincoln, hasta que decidiste regresar para ir a la facultad. ¿Cómo viviste tu retorno a la gran ciudad?
Me fui a Lincoln a los seis años y volví a Buenos Aires con 18. Primero viaje a La Plata porque ahí vivía mi hermana y probé con Abogacía, pero duré una semana allá. Arranqué a estudiar Comunicación, porque me gustaba mucho la radio y tampoco me interesó. No era mi vocación. Estaba en crisis con las instituciones y también con mi vida. Tomé la decisión de dejar la universidad y arranqué a estudiar teatro. En ese momento no la pasaba nada bien. Estando un día en el cine me di cuenta que quería actuar.
En una nota contaste que en esa etapa estabas deprimido, también tenías en la cabeza la muerte de tu papá que sucedió cuando eras muy chico y llegaste a pensar en suicidarte. ¿El teatro fue lo que te salvó?
Sí, fue encontrar qué era lo que quería hacer, porque me la pasaba pensando en eso. No me decidía y actuando podía ser muchas personas a la vez. Fue un descubrimiento, una búsqueda. No me sentía bien y la actuación fue aquello que me ayudó en un momento difícil. Además, estaba tan perdido y siendo actor podía ser todo junto. No era nada teórico, era un oficio. Lo del suicidio lo hablé en una nota con una periodista de la Revista Noticias que me caía muy bien y después de que se publicó lo empezaron a colgar en todos lados: “Ludovico Di Santo confesó que se quiso matar”. No era así, estaba sacado de contexto. Le conté de ese momento de mi vida y que había sido algo que se me pasó la cabeza. ¿Quién no lo pensó alguna vez?
“Es muy difícil sentirse querido en este mundo. Todos tenemos la necesidad de que la mirada del otro te encuentre, capaz yo lo necesito de manera más exacerbada”
También dijiste que tenías la necesidad de sentirte querido y que en eso te ayuda la seducción. ¿Ese deseo fue parte de elegir la actuación para vivir?
Ahí me equivoqué, tendría que haber buscado otra cosa (risas). Es muy difícil sentirse querido en este mundo. Hay algo de eso, que igual lo tenemos todos, capaz yo de manera más exacerbada. Existe en todos la necesidad de que la mirada del otro te encuentre. La elección de esta carrera tiene que ver con mi viejo, el que me crió no mi padre biológico. Él me introdujo en el mundo del cine y se tomaba el trabajo de elegir las películas que íbamos a ver según los actores.
De cualquier manera siempre te tocaron roles en los que tuviste que seducir…
La televisión es inmediata y te hace ocupar roles según lo que sos físicamente, es inevitable. Siempre estuve inmerso en el circuito de tener que seducir a la chica dentro de la historia de amor. Y me encanta. Todo cuento tiene que tener una historia de amor. Después podés contextualizarla en Júpiter o donde sea. Pero sin la historia de amor, no tenés nada. Aunque sea de un perro. Sin ese componente no existe la tragedia, ni la comedia.
“Cuando no me sentía bien, la actuación fue aquello que me ayudó en un momento difícil”
Te gustó siempre la radio y tu primer personaje en televisión fue en el programa Frecuencia 04 y justamente eras un locutor radial. ¿Cómo lograste ese papel?
Jagger se llamaba, en referencia a Mick. Había arrancado a hacer publicidades pero era realmente malo. Tenía amigos que lo hacían y ganaban un montón de plata y yo no. Me avisaron del casting para ese programa. Cuando llegué me dijeron que tenía que cantar y bailar, obviamente no sabía hacer nada de eso. Entonces agarré un cepillo de pelo para brushing que había ahí, me puse a cantar y a moverme como Jagger. Así nació el personaje, ellos vieron algo en mí. Ese día, cuando llegué habían un montón de caras conocidas que llevaban largo tiempo trabajando en actuación. Entré, miré y dije: “No quedo ni en pedo, que se vayan a cagar”. Eso me hizo relajar mucho, me divertí y fue lo que funcionó. El personaje era un chabón de radio, fan de la música, del rock. Me encajó perfecto.
Uno de tus personajes más destacados fue Octavio en la tira El Elegido. ¿Te gustó interpretar a este abogado sin límites que hacía lo que quería?
Era muy amoral, lleno de vicios. Me encantaba que hiciera y dijera lo que quería porque es algo que uno en la vida real no puede hacer. Igual era medio impulsivo, porque hacía lo que quería en el momento, pero después a la larga se daba cuenta que tal vez eso no era lo que de verdad deseaba. Tenía una cosa muy autodestructiva, sentía mucho la falta de afecto. Fue un laburo que me encantó hacer, con un gran equipo muy compacto que me permitió crecer. El guión era increíble. Por donde lo mirabas funcionaba. No éramos tantos y eso generaba que cada uno tuviese su momento protagónico. La estética estaba muy marcada y eso hizo que las piezas encajaran, era muy Mad Men.
“Quisiera algún día tener algo propio relacionado con la moda. No una marca, pero tal vez hacer una colección cápsula”
Acaba de estrenarse 2091, una tira inédita para Latinoamérica. Está centrada en el futuro, tiene sets digitales, animación 3D y una estética de videojuego. ¿Cómo fue haber tenido que interpretar algo tan diferente?
Me gustó que el personaje no esté puesto en la seducción, en enamorar. Ni al espectador, ni a mis compañeros. Fue muy liberador. Siempre me toca hacer del seductor o del malo. Esta vez no. Me costó mucho al principio. Tuvimos que irnos cuatro meses y medio a grabar afuera. Fue difícil tener que dejar a mi hijo, pero la pasé bien. Me gusta el género de ciencia ficción y lo consumo desde chico. Me divertía participar de una historia con naves espaciales y en otro planeta. Es muy buen producto. Es increíble poder correr riesgos y Fox te da un piso para sentirte seguro.
Está escrita por Andrés Gelós, que viene creando productos novedosos en la región como Cumbia Ninja y Kdabra…
Gelós es todo, es el director y un show runner. Esa cabeza sin dudas está perturbada (se ríe). Menos mal que es abstemio, porque no sé donde terminaría. No existe otro producto así en Latinoamérica y a nivel mundial no tiene nada que envidiarle a ninguno.
¿Qué características tiene tu personaje Mefisto?
Es uno de los siete jugadores, es un “escondedor”. Siempre tiene una doble intención en todo. Su verdadera cara va a tardar en descubrirse. No sabía al principio qué hacer con el look. Hay una mina que se llama Michele Lamy, que es la mujer del diseñador Rick Owens y me inspiré en ella. Tiene fotos con las manos y la cara pintadas de negro. Usa una raya en la frente y los dedos coloreados hasta la mitad. Me puse vestidos y polleras, pero no es femenino. Parece que no tiene sexualidad aunque sí la tiene. El personaje es muy freak y daba para todo. Además, es en el 2091 y nadie sabe qué va a pasar, ni cómo van a ser las cosas. La historia de Mefisto es muy particular, me dio libertad absoluta para crear.
“Me gustó que el personaje de 2091 no esté puesto en la seducción o en enamorar. Ni al espectador, ni a mis compañeros. Fue muy liberador. Siempre me toca hacer del seductor o del malo. Esta vez no”
¿Es verdad que viste ovnis?
Sí (se ríe). Cuando era chico estaba con mis viejos en Villa Gesell. Estaba mirando el cielo y de repente veo unos platos gigantes blancos brillantes. Venían despacio y después desaparecían. Eran cuatro o cinco. Yo los vi, no me lo contaron, existen.
Tu abuela era modista, ¿creés que tu afición a la ropa te la dio ella?
Pasaba mucho tiempo en la casa de mi abuela, ella me hacía la ropa. Me gustó siempre la moda. Hay una cuestión muy clara de que me fascina la ropa y tengo mi estilo, muy ecléctico. Incluso a las producciones de fotos suelo llevar mis cambios porque nunca me gusta lo que me ponen y me siento incómodo. Quisiera algún día tener algo propio relacionado con la moda. No una marca, pero tal vez hacer una colección cápsula. Por ejemplo, tengo Pinterest, que es una aplicación medio femenina, y me la paso mirando looks, marcas. Hay una cuestión estética que me resulta atractiva. Me pasa también en el cine o con las series. Hay una serie que se llama The Night Of, que todo lo que ves es negro, gris, ocre. Ese cuidado estético es increíble.
¿Cómo cambió tu vida la llegada de tu hijo Fillippo?
Me divierte estar con él. Te corre de eje el ego. Empezás a pensar en qué quiere tu hijo, a dónde te irías de vacaciones según sus deseos. También para tomar trabajos me cuesta. Por ejemplo, este año que me fui a Colombia a grabar 2091 y se me hizo difícil despegarme. De cualquier forma, nos hizo bien a ambos. Entendí que se puede estar presente también en la ausencia. Hacemos muchas cosas juntos. Hace poco lo llevé a ver a The Kooks y estaba emocionado.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Estoy filmando dos películas, El Jardín de la Clase Media y Tita, donde hago de Hugo del Carril.