Un grupo de adolescentes de distintas etnias, religiones y cuerpos junto a sus mujeres más cercanas conformando una red y hablando de la liberación de un tema históricamente tabú: la menstruación. De eso se trata Nuestra Sangre, Nuestro Cuerpo el documental que la marca de toallitas higiénicas Siempre Libre realizó junto a Fox Lab y que se transmitió en Brasil, Argentina, Ecuador, Perú, Paraguay y Uruguay.


La brasileña de 13 años Natália Correia, Aranya Johar proveniente de india de 18 años, las sudafricanas Luciana Fasani, de 19 años y Michelle Williams de 18 años. La figura local es Candela Abril, también de 18 años: jóvenes que transmiten sus ideas a través de internet y que protagonizan este documental para sacar del clóset un tema que las acompaña mensualmente.

Secreto, vergüenza, dolor, falta de comunicación, trauma, ignorancia y ocultamiento: así definen y vivieron estas jóvenes su primer sangrado. Pero como una forma de revancha y sanación el film las une junto a sus madres, hermanas, tías y amigas para que conjuntamente cuenten sus experiencias y puedan liberarse.

Como el propio camino desde la niñez a la juventud, Nuestra Sangre, Nuestro Cuerpo recorre la aceptación no solo de la menstruación sino de los diferentes cuerpos y creencias de cada una de estas mujeres. Y reinventa sus feminidades.

Pelos afros, lacios, rapados y de colores, distintas etnias y un sinfín de historias para compartir unen a estas jóvenes a través de un hilo, un hilo rojo. Que solo se corta cuando llega la abuela de Natália y a diferencia de su nieta celebra la menopausia. Y desanda las vivencias de las mujeres adultas que toda su vida cargaron y transmitieron a sus hijas ese tabú.

Menos de 5 minutos, de 60, están destinados a los padres de Candela y Luciana y son los únicos dos hombres que aparecerán durante todo el documental. Como una forma de mostrar que con ellos también hay que hablar pero que no son los protagonistas de esta liberación. Porque por fin llegó la hora de las mujeres.

Se cuestiona el impuesto a los productos de higiene personal femenina. Una crítica que llama la atención y que coloca a Siempre Libre como pionera y ejemplo en mostrar que la industria también puede trabajar en la concientización y la lucha por la igualdad de género.

El final está destinado al baile, al goce y a los colores. Y a dejar pegado en cada retina que no hay secreto que tape un hecho más transformador, doloroso y femenino que menstruar. Y que no hay que ocultarlo, hay que gritarlo, conocerlo y celebrarlo.