El pelo negro, la piel blanca, aunque según ella está quemada, por el verano europeo en el que estaba hace solo algunos días. Las pecas le resaltan bastante, la tonada también: parece del interior del país y no de la zona oeste del conurbano bonaerense. Así es Maria Riot la actriz porno y trabajadora sexual que no puede estar sin los ojos delineados de negro

texto. Stephanie Peuscovich (@stephiepeusco) / fotos. Martina Matencio Ruiz Peinado


Desde el aeropuerto de Buenos Aires, recién bajada del avión que la trajo desde Barcelona, la Riot, como se la llama en los círculos feministas, confirma la entrevista, que tendrá lugar cuatro día más tarde en su casa de San Telmo. Después aclara que a diferencia de lo que piensan las mujeres que la critican, ella viaja mucho porque su mejor amigo es azafato y no porque sea rica. La joven de 26 años que rompe los estereotipos del trabajo sexual, vivió con Georgina Orellano, la secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) y participó en películas de las productoras internacionales pornográficas Erika Lust y Abby Winters. En algunos años le gustaría escribir un libro que hable sobre pornografía y feminismo.

¿Cómo decidiste ser trabajadora sexual?

Tuvo que ver con un montón de situaciones. Yo trabajo desde los 17 años, desde que estaba en el colegio, primero en el almacén de mi papá. Después como sonidista en un canal de televisión en Moreno, la localidad en la que nací y en locales de ropa. En todos los trabajos a los que yo podía acceder veía el nivel de explotación que había. Nunca tuve ayuda económica de mis padres, mi mamá está desempleada y mi papá hace comida vegana. Antes decía que éramos de clase media porque no conocida el termino clase trabajadora. Llegó un momento en el que me tuve que plantear bien que quería para mi vida porque no había un trabajo donde yo pudiera ganar algo normal para poder estudiar o mudarme a capital, ni hablar de hacer las dos juntas porque era imposible. Paralelamente yo era conocida de Lucas Menghini Rey, el chico que murió en Once, en el Sarmiento, porque él trabajaba en un Call center en el que yo me estaba probando y mi novio de ese entonces era uno de sus mejores amigos. Yo me tomaba todos los días ese tren y eso me impacto muchísimo, estuve dos años sin poder subirme.

Y en un grupo feminista había una chica que comentó que trabajaba en una oficina haciendo webcams y que tenía amigos que la juzgaban por eso, se armó todo un debate y le escribí a esa chica: “Hola quiero trabajar ahí”. Justo en ese momento fue que empecé a barajar la idea de irme, por todo lo que pasaba. Y un amigo que vivía en Madrid, se mudaba para Barcelona y me invitó a vivir con él sin pagar alquiler. Pero para irme tenía que ahorrar un montón de plata en poco tiempo porque yo literal no aguantaba más. Y también a través de un grupo de Facebook feminista fue que ví anuncios sobre prostitución que eran criticados. Fue muy gracioso porque gracias a una abolicionista empecé a trabajar. Y una cosa me llevó a la otra, trabajar con mi cuerpo en la webcam me hizo dar cuenta que no había tanta diferencia para mi en hacerlo en persona. Tenés que tener otro tipo de herramientas, a mi me costaba porque no me considero una persona 100 por ciento extrovertida, aunque ahora lo soy mucho más. Hace cuatro años estar en una habitación con un desconocido y tener que coger con él obviamente no era fácil. Pero yo estaba centrada en irme y juntar plata y sabía que ningún otro trabajo me iba a dar los 10 mil pesos que salía el pasaje y que yo necesitaba para irme. Y en dos meses lo conseguí.

 

¿Sin ser trabajadora sexual, qué te generaba el abolicionismo?

A mi el debate nunca me generó nada, nunca fui abolicionista. Desde lo moral, al menos mi familia nunca me inculcó nada sobre eso. A los 15 años yo ya me había dado cuenta que era bisexual y lo conté en mi casa y fue un escándalo pero después lo aceptaron. Siempre fui bastante abierta con las cosas. En el colegio yo era la primera que hablaba de sexo, la que hacía bromas. Me acuerdo que como tenía las tetas mas grandes que todas, a veces las mostraba y hacía un show. No es que no era tímida, sino que era un tema que no me importaba mucho. Igual fue muy loco porque si tuve estigmas para aceptar el trabajo sexual.

 

¿Cómo era el trabajo de Webcamer?

En ese momento trabajaba desde las 7 am hasta las 15 horas. Era un espacio con boxes tipo oficinas, en una casa gigante en Palermo, donde tenías que fichar. Los dueños eran una pareja que nos sacaban más plata de la que debían y por eso decidí dejarlo. Además porque había días en los que no había gente conectada. La gente piensa que prendes la cámara, te tocas y ganas plata, y no es así porque hay competencia laboral y tenés que dedicarte. Por ejemplo había chicos y chicas que se grababan en habitaciones increíbles, con un atuendo y un disfraz distinto todos los días y competían conmigo que estaba en un box muriendo de calor. Entonces a veces no llegaba nadie y otras hacías un sueldo en tres días. El trabajo sexual es un poco así, no hay nada fijo: somos freelance.

 

¿Cómo te acercaste a la prostitución?

Leí mucho y me contacté con trabajadoras de España y ahí descubrí que existía AMMAR y que tenían 23 años de organización. Empecé a hablar con clientes e hice toda una investigación porque quería estar informada y segura. Además en ese momento yo tenía el pelo multicolor y pensaba que no tenía el estilo de una trabajadora sexual porque yo creía que había un estereotipo, que existe pero porque lo perpetúa la sociedad. Y cuando ví diversas mujeres que ejercían el trabajo sexual pensé que quizá yo tenía que buscar clientes con mi estilo.  Me hice un Facebook y agregué clientes del foro y se empezó a crear una red de trabajadoras por ese medio. Después me hice un Tumblr, porque veía que todas las trabajadoras tenían blogs y yo quería hacer algo distinto: le daba mucha bola al diseño de la página, a las fotos que subía, también colgaba links de música, recomendaba libros o ponía cosas del estilo “si sos racista no me escribas”. Cosas para tener filtros y marcar mi personalidad. Era el 2015 y me acuerdo que cobraba 400 pesos, ahora cobro 2 mil.

 

¿Pudiste filtrar clientes?

Yo nunca ofrecí algo que no era. A veces pienso que tal vez hubiese tenido más plata o sería más exitosa, pero la verdad es que siempre elegí esto. Hay muchos clientes del foro que me odian porque dicen que yo cree una forma de trabajo sexual que antes no estaba tan visible que tiene que ver con estar organizadas. Escriben: “Gracias a Maria Riot nos tenemos que bancar que las nuevas trabajadoras sexuales nos pidan preservativo en el sexo oral, o que muchas se dejan los pelos en las axilas, que dicen que son feministas y todas usan Tumblr”. Y es muy gracioso porque a muchas chicas que me consultaban para ejercer el trabajo yo les recomendaba herramientas que a mí me sirvieron. Entonces se creó una nueva onda de trabajo sexual.

 

¿Sentís que fuiste la primera trabajadora sexual en romper los estereotipos respecto de la imagen?

No lo digo porque me de orgullo ni nada por el estilo, simplemente porque no conocía a otra chica que haga lo mismo que yo. Solo había una mujer que tenía tatuajes y éramos las únicas alternativas que salíamos de lo esperado. Y empezamos a dar otro servicio con otro perfil donde se habla de feminismo y sindicalismo. Cuando empezó AMMAR solo se agrupaban trabajadoras de la calle, después con el cierre de los cabarets, empezaron a ir chicas que trabajaban en privados y demás. Y hace 3 años aproximadamente nos sumamos las chicas de internet, que cada vez somos más. Hay otras trabajadoras sexuales que se diferencian de nosotras y se venden diciendo: “¿estas cansada de las putas feministas que son re pesadas y que hablan de feminismo?, nosotras somos todo lo contrario, anti putas feministas”. Yo pienso que son lo más porque a la hora de trabajar hay que ver qué hay y estamos nosotras y bueno están ellas. En este sistema en el que vivimos tenemos que sobrevivir.

¿Cómo empezaste a ser actriz porno?

Encontré blogs que hablaban de porno hecho por feministas y pensé: “quiero hacer esto”, no podía creer que existía toda una dimensión que conectaba lo sexual y lo audiovisual. Y miré a las actrices que me gustaban, ví dónde trabajaban, leí experiencias de ellas y como sentía que la ética de trabajo estaba bien mandé mails a las productoras.

Cuando me respondieron de Abby Winters, estaba tan entusiasmada con actuar que no veía la seriedad que implica ser actriz porno. Porque por ejemplo las imágenes quedan en internet para siempre. De hecho yo odio esos videos porque estaba con el pelo marrón y sin delinearme. Me acuerdo que en esa primera entrevista me preguntaron qué tipo de profesiones me interesaban y yo dije la música, porque antes de irme estaba en el conservatorio, y la chica se empezó a reír y me dijo: “vos sabias que cuando haces porno no podés ser profesora, o tener un cargo serio en una empresa sin que sea un escándalo”. Y ahí caí de lo que significaba el estigma. Aunque después te acordás que echan a maestras porque le encuentran un video o una foto hot. Hay una penalización constante de la sexualidad y yo elegí hacer porno desde ese momento que fue cuando me dí cuenta que estaba tomando una decisión importante en mi vida. Durante ese año labure mucho para sacarme el estigma y aceptar que iba a haber material mío que todo el mundo podía ver. Me sentía señalada por los prejuicios, sabía que si iba a una reunión con gente desconocida y decía soy actriz porno o ejerzo la prostitución ya eso implicaba una charla. En cambio si yo dijera soy secretaria no pasa nada, y eso me pesaba.

 

¿Cómo superaste el estigma?

Era una culpa constante. Las mujeres ya sentimos culpa simplemente por tener sexo, imaginate por tener sexo con desconocidos, que esté en un video y encima cobrar. A pesar de que siempre me considere abierta me dí cuenta que yo también tenía mis prejuicios, mi estigma y mi discriminación a mi misma. En ese momento yo estaba de novia con un chico y al principio todo bien pero cuando me empecé a tomar más serio el trabajo sexual me empezó a decir cosas como: “sos muy inteligente para eso”, “¿Por qué no seguís haciendo música?”. Decidí ir a AMMAR y justo caí un día en el que estaban todas las trabajadoras sexuales en ronda contando sus problemáticas, y mi problema era que mis papás no sabían y el estigma que sentía. Y había una compañera contando que le habían allanado la casa, que ya era la tercera vez y que la querían llevar a ella presa como la proxeneta. Empecé a darme cuenta de la complejidad y sentí que mi problema, que después descubrí que nos atraviesa a todas, no tenía importancia. Me quedé ahí, me acuerdo que me preguntaron cuál era mi problema y dije: “no, todo bien, solo estoy acá escuchando”. Y decidí seguir con el trabajo sexual pero sin militar en AMMAR porque mi sensación era que había problemas mucho más grandes que los míos. Hasta que después de unos meses volví porque empecé a leerla a Georgina en Facebook, ví que tenía un hijo y eso me hizo pensar, si su hijo la acepta mi familia me va a aceptar. Porque yo en ese momento no había blanqueado mi trabajo. Y Georgina me demostraba que era alguien que vivía su vida normal, siendo trabajadora sexual y diciéndolo. Uno de mis mayores problemas era que mis afectos me dejaran de querer por ser trabajadora sexual, lo sufría muchísimo. Nunca hablamos de trabajo sexual con mis padres. Ellos son jóvenes, tienen 46 años, incluso con mi papá fui a recitales toda mi adolescencia y sin embargo es tan fuerte el estigma que yo pensaba que ellos iban a tener una postura contraria.

 

¿Cómo le contaste a tu familia que eras trabajadora sexual?

Se estrenó un corto en el Bafici en el que yo participaba y hablaba de porno feminista y compartí el tráiler en Facebook pero esa vez lo dejé para que todos mis contactos lo vean. Lo vio mi papá y me comentó con un emoticon de asombrado. Pasó un año de esas publicaciones y con mi familia no hablábamos ni tocábamos el tema. Pero un día hice una entrevista para Youtube y la compartieron mis amigos que tenían de contactos a mis padres. Y me escribió mi mamá y me dijo que era lo más. Me acuerdo un comentario muy gracioso de ella que como no tenía trabajo me preguntó: “¿cuánto cobras?, a ver si yo también puedo trabajar”, yo estaba en el subte leyendo y pensando, estuve dos años pegándome la cabeza contra la pared y podría haber sido mucho más fácil. Ellos obviamente también tuvieron un proceso. Hoy en día mis viejos comparten las cosas de AMMAR, mi mamá va a dar una entrevista para la organización en el marco del día de la madre. Gracias a mi militancia empezamos a hablar de sexo con mi familia, un tema que nunca habíamos tocado. Todavía me cuesta igual, incluso con las cosas que hago, fotos y demás. Ahora ya está porque me dí cuenta que yo era más pacato que ellos. Lo sabe hasta mi abuela. Cuando me saqué ese peso de encima descubrí que cualquier otra cosa que pudiera pasar no me importaba. Además porque nadie de mi familia me reclamó haberles mentido o algo por el estilo, sino que me entendieron. Y esa es una de las razones por las que milito, porque no quiero que nadie más pase por eso. Porque además creo que tiene que ver con esconder nuestra inclinación sexual, o nuestra verdadera identidad. Está completamente conectado el estigma de quiénes somos y qué hacemos con nuestra vida privada.

¿Existe un porno ético o feminista?

No solo en el porno feminista, sino también en el mainstream que son productoras enormes, una dice las cosas que hace y las cosas que no y habla antes con la persona con la que va a hacer el rodaje. Yo no creo que eso tenga que pasar en una pareja, ósea no te vas a sentar antes de coger y decir: “¿qué es lo que te gusta?” .Pero si en el sentido de entender que no a todos nos gusta o queremos la mismas cosas. Las diferentes formas de placer que puede tener uno que son distintas a las del otro, las aprendí gracias al trabajo que hago. Obviamente no lo tuve en mi casa, no por culpa de mi familia, sino porque ellos tampoco la tuvieron. Entonces si la primera representación sexual que vemos es en el porno, vamos a pensar que eso es la sexualidad y no vamos a tener noción de que eso tuvo un contexto, que es ficción, que hay 50 personas alrededor grabando, que las personas que están trabajando en general son profesionales que saben hacer lo que están haciendo. Yo no creo que haya que eliminar todo el porno mainstream, ni que haya porno bueno y porno malo, no creo que Erika Lust es el porno bueno y que el otro es una mierda. Hay productoras que hacen un porno cero artístico y que lo ves y te parece horrible y en realidad tiene condiciones laborales mejores que tal vez otra productora que como etiqueta tiene porno feminista. La responsabilidad del porno no es educar, es entretener: me parece mal que tenga que asumir esa postura social. Como también me parece mal que una comedia romántica sea tomada como educadora sentimental: parejas monógamas, seguramente con relaciones enfermizas y machistas, donde uno ejerce el control sobre el otro. Mismo en las escenas sexuales, nunca ví que se culpara a Hollywood porque en las escenas de sexo el tipo nunca agarra un preservativo. Solo se culpa al porno y creo que hay mucho más daño en las películas de Hollywood, me parece mucho más simple decir el porno tiene la culpa o la prostitución tiene la culpa del machismo. Son pensamientos simplistas que se escapan a la racionalidad compleja de las cosas. No podemos criticar algo sin un contexto y sin pensar por qué hay gente que piensa que coger sin preservativo en una película porno es lo que tenés que hacer en tu vida: en esa película se hicieron exámenes, si vos no lo tenés no grabas. Es muy estricto. Yo creo que lo que hay que criticar en la industria del porno son las condiciones laborales y obviamente que falta mucha más diversidad de cuerpos y de prácticas sexuales. Pero justamente las personas que están pagando por porno y las personas que lo dirigen son el 99 por ciento hombres que vienen con esa visión patriarcal desde hace años. Si vamos a criticar a la industria del porno la verdad es que hay que criticar a todo el resto de las industrias.