Es una artista multifacética que se formó en el under bajo el ala de Tino Tinto y Batato Barea en el Parakultural, y los Café-concert y Neo-cabarets españoles. Es la reina de la comedia musical y tras seis años de preparación, lanzó Mamá Punk, una antiópera inspirada en la cantante alemana Nina Hagen. Junto a su esposa, Cynthia Manzi, canta, baila y dirige este proyecto autogestionado.

Texto. Florencia Garibaldi Foto. Monstruo Estudio


¿Por qué elegiste a Nina Hagen?

La sigo desde mi adolescencia. Ella vivió la Guerra Fría, el Muro de Berlín. Es abanderada en Europa del movimiento Punk. Después tuvo una época en la que se fue a la India y se dedicó a los cantos devocionales. Y como decía en los reportajes se aburrió, volvió a Occidente y es cuando fusionó esos cantos devocionales con el Pop y el Techno. Fue una artista re conocida que recorría el mundo, hasta que convulsionó y se alejó. Fue la primera en mezclar la Ópera con el Soul, el Reggae, el Punk, en una estética que no se había conocido y todo bien cantado. Nina se formó en una escuela soviética de Berlín del Este. Cuando se divide Berlín con el muro, ella quedó del lado comunista. Hizo danza y aprendió canto, pero todo de manera muy técnica. Una virtuosa al mango.

¿La obra le rinde honor a ese movimiento contracultural que ella lideraba?

Sí. Es rendirle honor en porteño a eso que emergió después de tantos años de dictadura, con ese grito ancestral de decir cosas y la búsqueda de sorprender mediante canciones y performances. Estuvimos seis años para hacerlo y armar la adaptación, recortando los temas y armando bloques de las diferentes etapas de Nina: la parte más política, la más rebelde, la más espiritual, la del despertar y arrancar su misión para concientizar al mundo sobre los peligros de las armas nucleares, como hizo con el tema Atomic Flash Deluxe.

“Cerati dijo que las grandes carreras se hacen más diciendo no, que sí. A muchas propuestas dije que no porque estaba empecinada en sacar Mamá Punk

A pesar de que en el país se esté apagando todo foco de cultura independiente, es importante que exista un espacio con canciones que van en contra del status quo…

Es una reflexión lo que busco, mediante la traducción y adaptación de las canciones de Nina. Aprendí algo de una periodista que me contó que Cerati (Gustavo) le dijo que las grandes carreras se hacen más diciendo no, que sí. A muchas propuestas dije que no por Mamá Punk porque estaba empecinada en sacarla. Justamente me decían que la situación está terrible, pero jamás en este país va a haber condiciones favorables. El pulso vital ya me lo estaba pidiendo. Contra todo pronóstico la lancé.

Tu compañera en el escenario es tu esposa Cynthia, pero el personaje estaba pensado para un hombre. ¿Por qué lo reescribiste para ella y cómo se desempeñan juntas?

Ella tiene un talento enorme. Iban a ser dos hombres originalmente, pero le di una vuelta y convertí su personaje en una deidad que se llama Cosma Shiva, es una función protectora, algo de lo que habla la filosofía budista. Cynthia estaba muy metida en su trabajo como bailarina y le dije que deje de presentarse en castings y que se la empiece a jugar para representar un rol. No hay muchas oportunidades y este año está complicado. Muchas veces hacen audiciones falsas para hacer marketing y en realidad ya tienen a los actores pensados. Este proyecto es pura autogestión y a ella le encantó cuando le mostré la maqueta. Soy muy afortunada de esta co-equiper porque su presencia es muy fuerte. Trabajar con mi esposa es increíble.

¿Cómo hiciste para que funcione esta especie de recital fusionado con la interpretación que incluye varios estilos musicales?

No hice más que seguir la línea de Nina e incluso respetarla cacofónicamente y adaptar algunas palabras para que resuenen como el original. Lo que se logró fue algo que se dio solo. Cuando tenés un espectáculo con bloques de canciones, lo más difícil son los enlaces. Este género de “cabaret rock” es lo que vengo haciendo desde el Parakultural. Fui muy exhaustiva en la búsqueda de los climas, los sonidos y cómo encontrarle una justificación a ese pasaje de un momento a otro para no forzar los saltos.

“Trabajar con mi esposa es increíble. Soy muy afortunada porque su presencia es muy fuerte y tiene un talento enorme”

En tu carrera interpretaste a un montón de mujeres intensas como es el caso de Yiya Murano. ¿Qué sentiste al convivir en la piel de una asesina?

Hice un personaje de ella pero más bufonesco, anti naturalista, que tenía complicidad con el público. La verdadera Yiya era fanática del teatro de revistas, de la grosería, le encantaba la farándula. Con Yiya tuve la exigencia física de un velociraptor (risas). Porque era antisemita, homofóbica, codiciosa hasta el punto de matar a su prima hermana. Tenía amantes y era muy promiscua. Entonces le encontré esa veta bufonesca. En la Edad Media el bufón era el que frente al rey se burlaba de los cortesanos, los imitaba para que se rían. Era un personaje inteligente, como Yiya, y se metía con las instituciones, el sexo, la política y la religión. Esos elementos los apliqué en la obra, que nunca lo había hecho ni con Judy Garland, ni cuando hice de Florence Foster Jenkins (soprano que se hizo famosa por su falta de habilidad musical).

 


 

Make Up: Bárbara Rizzuti / Producción Ejecutiva: Tomás Nahuel /Vestuario: La Polilla /Agradecimientos: Teatro Maipo