Juana Viale 100 ediciones

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Es miembro de una familia que conformó una gran dinastía en el mundo del espectáculo, encabezada por su abuela la conductora Mirtha Legrand. Dueña de una personalidad fuerte y única, supo ganarse su lugar como actriz. Quedó grabada en el imaginario colectivo con su papel de Renata en Malparida, pero lleva varios trabajos en cine, teatro y televisión. El 2015 la encontró en Bailando por un Sueño, debutó con La Sangre de los Árboles una obra hecha por ella y protagonizó la miniserie Estocolmo.

Txt. Florencia Garibaldi / Foto. Mariano Michkin


Es la cara de nuestro número 100 y por lo tanto de un gran festejo. Llegó el momento de celebrar los diez años de WATT y por eso armamos una producción bien festiva. Con música al palo, globos, máscaras, confeti y champagne, Juana se sumó a la onda y logró representar todos los estados de fiesta, pero también el post party. Fue una tarde a pura risa, que terminó con Juana descorchando una botella y divirtiéndose con nuestro amigo el galgo. Pudimos conocer una hermosa faceta de una mujer tan misteriosa, que se puso la camiseta de la gran alegría que sentimos en este aniversario especial.   

Tu familia pertenece al mundo del espectáculo. ¿Te influyó eso a la hora de querer dedicarte a la actuación?

No. Mi introducción se dio por una propuesta que me hizo Marcelo Tinelli un día que vino a almorzar a casa y le dije que no, justo estaba embarazada. Pero él contestó que me iba a esperar. Al mes de parir a Ambar vino de vuelta, me insistió y arranqué a trabajar. Antes de eso hacía teatro, en mi casa no sabían porque iba de noche. No lo hacía con una meta de trabajar a futuro. Lo que quería era estudiar Biología Marina u Oceanografía, pero esas carreras no las daban en el país, sino en Valparaíso o Montevideo. Tuve que ponerme a evaluar qué era lo que realmente quería y en el camino se interpuso la propuesta. La idea era participar unas semanas y terminaron siendo como ocho meses.

Eso fue en Costumbres Argentinas y arrancaste con un papel de villana, que luego en Malparida, tu primer protagónico en televisión, tuvo la novedad de que la protagonista fuese la malvada y no la heroína…

¿Me quedó como anillo al dedo decís? (risas). Igual hice otros papeles que no eran de villana como por ejemplo en La Viuda de los Jueves. ¡Malparida fue lo mejor! Me llamó Adrián Suar para que nos juntemos, me propuso hacerlo y me interesó la idea porque justamente era una villana. Además, me gustó saber de entrada que el personaje moría, que tuviese un fin. Porque en relación a cómo va el rating, en televisión pasas de ser sorda muda a ser traductora de la UNESCO. Tenía un marco determinado de entrada, principio y fin. Era el desafío de hacer una tira en la que ya sabía la curva del personaje.

“En La Sangre de los Árboles tuvimos que lidiar contra todo, fue puramente autogestión y fue re lindo”

¿Te inspiraste en alguien en particular a la hora de armar a Renata?

De nadie, era un personaje que excedía a cualquier ser humano. No tenía ningún prurito de nada, podía asesinar sin pensamientos malignos que la moviesen. Era el amor pero sin fronteras, barreras, ni valores. Fue gracioso porque leías las noticias y superaban la ficción, cuando ella se escapaba de la policía decían en los medios: “¿Cómo va a hacer eso?”. Recuerdo que fue muy chistoso cuando hicimos el asalto al banco Río. El año de la tira, las estadísticas de mujeres que nacieron dieron un gran porcentaje las que se llamaban Renata (risas).

En 2011 debutaste en teatro con La Celebración. ¿Cómo surgió la idea de hacer La Sangre de los Árboles?

Con Victoria Céspedes somos amigas desde antes, la vida nos hizo coincidir que vivamos en Chile al mismo tiempo. Estábamos allá sin laburar y tomamos una clase magistral con un director de actores argentino que duraba ocho horas. Cuando salimos nos fuimos a tomar una cervecita y como somos las dos actrices y jamás habíamos compartido escena, dijimos: “Hagamos algo juntas para estar en el escenario”. Estuvimos como nueve meses buscando un texto que nos identifique y encontramos uno. Tuvimos que escarbar mucho, porque te-

nía que ser sólo para dos actrices, que sea contemporáneo, que toque ciertos temas, era complicado. Dimos con el texto de un italiano y teníamos un amigo que nos dijo que le presentemos la idea a Luis Barrales, dramaturgo y director chileno. Le encantó pero puso la condición de que no trabajaba con cosas que no estuviesen escritas por él y que quería hacerle una re escritura.

Una vez que tenían texto y director, ¿cuáles fueron los siguientes pasos?

Nos empezamos a juntar tres veces por semana y después de agotar todos los temas que queríamos tocar, cuáles no y cómo tocarlos, empezamos a ensayar de lunes a lunes. Mucha improvisación e investigación, tuvimos charlas con un montón de gente en relación al sentido de la vida, a cuál es la partícula mas chica, cómo se da el concepto de vida, cuándo se deja de tener vida, de los procesos, qué componentes tiene que haber para que haya vida, etcétera.

“No sería una productora capitalista, no pondría plata. Sería productora de piso y capaz más en cine. Pero no, quiero actuar. Solamente eso”

Fue la primera vez que armaste algo propio. ¿Cómo te llevaste con la autogestión?

Este proyecto lo hicimos a piacere, porque tuvimos que lidiar contra todo. Fue puramente autogestión y fue re lindo. Por lo general te llega un guión con un personaje ya escrito. Acá fue ir armándolo, poniéndole brazos, cabeza, corazón, sentimientos. Está muy cargada emocionalmente la obra. No sé cuánta gente puede sostener un sueño, llevarlo a cabo y que supere la expectativa. Pero fue duro pagar sueldos, buscar teatro, salas de ensayo, armar vestuarios, la escenografía, las luces, conseguir personas que apuesten por nosotros y endeudarnos. 

¿Te dedicarías a producir después de esta experiencia?

Es muy difícil, no sería una productora capitalista, no pondría plata. Es casi imposible hacer proyectos sin plata. Sí produciría a otra escala, con otras herramientas. Sería productora de piso y capaz más en cine. Pero no, quiero actuar. Solamente eso.

Aunque este año también te tocó bailar. ¿Qué significó para vos estar en Bailando por un Sueño?

Fue otra veta, que igual tiene relación con el cuerpo. Empecé a ensayar el 16 de abril, el mismo día que estrené la obra de teatro. Fue un desafío. No conocía mi cuerpo a ese nivel ni sabía cuánto podía exigirlo para lograr los objetivos. Fue muy sacrificado. Hacerlo todos los días después del teatro y con mis hijos. Tenía cuatro trabajos, no era solamente el Bailando y estaba viviendo entre dos países. No fue nada fácil. Me fue re bien.

“El Bailando fue muy sacrificado Hacerlo todos los días después del teatro y con mis hijos. Tenía cuatro trabajos y estaba viviendo entre dos países”

Por más que lo intentaron, no lograron que te metas en toda la parafernalia que rodea al concurso…

No me metí en el circo romano, mi objetivo era bailar. Soy una persona exigente en el laburo. Me río, la paso bomba pero no dejo de esforzarme por lo que hago y creo que eso es lo que vale. No es sólo el certamen lo que importa, que dura dos horas al aire. La posta es todo lo que hay detrás. Lo que se ve es un reality y nada más. Hay gente que va y expone su vida literalmente. Sin juicio lo digo. Hay una gran mezcla de aspiraciones, algunos quieren una cosa y otros van en la búsqueda de algo diferente.

¿Por qué dijiste que no tenías ganas de volver a participar?

Fue una experiencia re linda, con mucho sacrificio. Pero como me gusta la actuación, el Bailando no me permitía tener más compromisos. Para lo que aspiro necesito tiempo, con eso se me acortaba todo. Tenía que sacar una coreo en una semana, ensayar cómo y dónde podía. No es para hacerlo parte de mi vida. Pero si el año que viene me llaman para hacer un baile como el Aquadance, no les voy a decir que no (risas), me quedó pendiente porque ya tenía todo armado.

En Twitter tuviste mucho apoyo de la gente cuando te eliminaron del Bailando, pedían que vuelvas. ¿Qué uso le das a las redes sociales?

Lo que tengo es Twitter y después Instagram pero lo uso para conectarme con mis amigos que la vida nos ha separado, sigo a cien y me siguen cien. Todo bloqueado (risas). Ahí es donde pongo las fotos de mis hijos, mi vida. No estoy todo el día poniendo que amanecí, que tomo mate, que hoy shooting, no es mi caso. Facebook no tengo. Twitter es la única que uso, a veces tengo esas explosiones mías o solamente escribo un pensamiento. Me da risa que todos se enganchan con lo que un medio puede suponer de lo que estoy diciendo. Por ahí quería decir que había una vaquita de San Antonio que se había posado en mi rodilla y era maravilloso, pero todos piensan que estaba hablando de alguien. No solamente digo cosas malas (se ríe), ni tampoco peleo. Es problema de los periodistas que construyen eso alrededor mío, a mi no me importa.

“No me metí en el circo romano, mi objetivo era bailar. Hay gente que va y expone su vida literalmente. Hay una gran mezcla de aspiraciones”

Hace poco participaste de Estocolmo, una mini serie producida por tu hermano Nacho. ¿De qué va la trama?

Es sobre la trata de blancas. Se empieza a indagar sobre una chica que desapareció hace un año. Es un tema que siempre está frenado y a partir de ahí se destapan varias aristas del por qué está oculto. Está metida la política, el periodismo, hay muchas tranza, negocio, plata, drogas, cosas que no se quiere que se sepan. Son trece capítulos en los que se va desnudando la verdad. Viaja al pasado y al presente todo el tiempo. 

“El bailando no es para hacerlo parte de mi vida. Pero si el año que viene me llaman para hacer un baile como el Aquadance, no les voy a decir que no”

En 2015 no paraste un segundo. ¿Qué planes hay a futuro?

Estoy a full con el teatro, de a poquito vamos a empezar a girar para todos lados y a hacer festivales. Tengo varios proyectos de cine pero ninguno cerrado aún. En uno estamos esperando por un actor groso para que se sume, depende de su aceptación y de sus tiempos. En otro se está revisando el guión. Está avanzando pero no tiene fecha concreta de realización. El teatro me está nutriendo un montón, el cine me apasiona y la televisión es algo que me sirve. Así que por eso voy variando.