Internet causó una revolución en todos los ámbitos de la vida personal y profesional. Si alguien quiere buscar una referencia nuestra sólo tiene que googlearnos. ¿Te detenés a pensar qué publicar antes de exponer tu vida? ¿Tu identidad digital es la que vos quisieras o está construida en base a lo que otros publican de vos? ¿Qué hacés para tener una buena reputación online?

Texto. Miguel Sumer Elías

Abogado especialista en Nuevas Tecnologías. Director de informaticalegal.com y de la Iniciativa internetresponsable.com

Ilustración. Matías G. Martínez


 

Nuestra identidad se divide en un antes y un después de la Revolución Digital, producida con la llegada masiva de los smartphones y redes sociales a nuestras vidas hace aproximadamente diez años. Esto originó un cambio de paradigma producto de la estandarización en el uso de los dispositivos móviles inteligentes.

Identidad online

La reputación es la valoración que otros tienen de vos. Es la imagen u opinión que generamos en los demás. Es el prestigio o desprestigio que nos ganamos de los otros. Ese “buen nombre” nos acompañará toda la vida y es casi lo más sagrado que tenemos, ya que no hay nada más humillante que ser menoscabado en el honor o ser señalado como alguien negativo.

Hasta hace no muchos años, tener una buena reputación era mucho más sencillo porque simplemente se relacionaba con logros personales y profesionales. Para ello bastaba tratar con respeto a tus hijos, vecinos o compañeros de trabajo, ser un profesional reconocido o escribir un libro. En el peor de los casos, si tenías una mala reputación, simplemente te mudabas o cambiabas de ámbito y así “reseteabas” tu vida. En el mundo analógico casi que no existían “links” que vinculasen tu pasado y tu nueva realidad permitiéndote la posibilidad de arrepentirte de tus actos y recomenzar.

Con la llegada masiva de Internet, cada persona es lo que Google dice que es. La gente toma partido, hace valoraciones, juicios y prejuicios a través de lo que Internet refleja de nosotros sin siquiera detenerse a pensar si lo publicado es cierto o no. Y así, el tema de la reputación se tornó más delicado de lo que se cree, pues anteriormente, para ser condenado por mucha gente debías ser conocido en un ámbito determinado y era una excepción a la regla. En cambio hoy, te conocen, te juzgan y sentencian miles de personas sin haber cruzado nunca una palabra con vos.

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¿Podés controlar lo que publicás de vos?

Al no haber recibido educación alguna por parte de padres y docentes sobre esta problemática, las nuevas generaciones carecen de la sensibilidad suficiente para comprender cómo cuidar su identidad digital mediante un uso responsable de las redes sociales.

En materia de reputación online existen dos grandes dimensiones: la información que uno mismo publica de su persona o de terceros, y la información que otros publican de nosotros. Lo que uno mismo publica es lo que le dará de comer al resto pero, paradójicamente, es lo único que se puede controlar razonando de manera previa y responsable la conveniencia o no de subirlo. Es por ello que hay que ser muy cuidadoso con lo que publicamos acerca de nosotros y de terceros, porque esto también habla de quiénes somos. Todo lo que se sube es prácticamente imposible de borrar de la web.

Hoy en día se tornó una necesidad indispensable construir estratégicamente una identidad digital mediante la publicación de contenidos que quieras que otros encuentren cuando te googleen.