Si tuvieras que describirte en una palabra, ¿cuál sería?
Lucha, fuerza. Luchar es una palabra común y fuerza también pero me identifican por el hecho de querer ser y de querer pertenecer. Querer ser como parte de un movimiento que me identifica y modifica, pero sobre todo la fuerza de un barrio empoderado valioso con valores que me genera identidad. En el contexto en el que vivo está muy a mano la vulnerabilidad, la discriminación, la droga, la prostitución, el abuso de poder, la poca concentración de los políticos a dónde va y hacia dónde tiene que ir la cultura, el deporte, la educación, los niños, los espacios físicos. La fuerza de lo que creo y lo que siento me empodera cada día más en ser fuerte, guerrera, agitadora.
¿Qué significado tiene en tu vida la fundación “Crear Vale La Pena”?
“Crear Vale La Pena” es mi casa. Entre cuando tenía nueve años porque quería ser cantante y bailarina. Luego eso se transformó en danza, en música, en un contexto, en un trabajo social. Me dio mucha facilidad y empoderamiento para entender qué es lo que quiero y qué hago con lo que quiero. Además, entendí que no se trata de hacer por hacer. Hay que hacer pensando y reflexionando qué, por qué, para qué, cuál es el fin de construir un espacio y momentos para que los jóvenes se sientan parte como yo me sentí a los nueve cuando fui en busca de un lugar de pertenencia. Crear es todo un mundo para mí. Un mundo que descubrí, que descubro, que me llena de amor, de alegría y sobre todo de facilidad para entender lo que pasa fuera de la cosa común. Todo el mundo dice “esto es normal que pase”. No, no es normal. No es normal no tener cloacas, que las pibas se mueran de hambre, que violen a los jóvenes. Entonces “Crear” me da la posibilidad de defender todas esas cosas en las que creo.
¿Cómo te ayudó la danza para enfrentarte a la adversidad?
Primero, me ayudó a entender el cuerpo. Un cuerpo simple, un cuerpo que quería decir. Encontré la danza y me enamoré de ella porque cuando entré por primera vez al Centro Cultural Crear Vale La Pena y vi gente moviéndose a mí me generó algo en el cuerpo. Ver, sentir. El movimiento en sí me generaba algo en el cuerpo. Era yo atrapada en otra persona, vulnerable, abusada, golpeada, maltratada. Cuando descubrí empecé a soltar, a dejar cosas que no me gustaban. Empecé también a quererme y entender que soy una mujer, no soy objeto de nada ni de nadie, que hago lo que quiero y que decido por mí misma. Entendí que el odiar a la otra persona que te lastima no te lleva a ningún lado, más que a seguir odiando, seguir maltratando y seguir sintiéndote una víctima. Eso fue una de las cosas que la danza cambió en mí. No quiero y no soy una víctima del abuso ni de nadie que me quiera decir lo contrario a lo que creo. La danza me hizo aceptarme, quererme como soy y no ser una víctima. Me salvó, me cambió la vida y la elijo todos los días. Es mi forma de vivir.
¿Cómo puede el arte colaborar con las causas sociales?
Hay cosas que son claras y cosas que no. El arte tiene algo conceptual que me atrapa y me gusta. Pero las causas son cosas verdaderas que las personas tienen en sus vidas. Es lo real, lo inmediato. Cuando armé mi compañía Fuera de Foco decidí no hacer arte por arte, danza por danza. Empecé a pensar y a ver. Es la vida misma. Te levantás y hacés, hacés, hacés pero no ves lo que sucede alrededor. Y hay cosas que te modifican, te empoderan, te ponen vulnerable, sensible, amado, no amado, esas son las cosas que me hicieron despertar. Creo firmemente en el arte como forma de expresión y también que la cultura viva y la cultura popular de los lugares que no son de formación profesional, también es arte y tiene una identificación y una causa por detrás. Es genial que las causas tomen valor y que eso tenga contenido artístico lo hace más empoderador, enriquecedor porque uno está defendiendo lo que cree pero también lo está haciendo con su mente, su cuerpo y su alma alma. Ser, estar y hacer en el momento. Defender una causa social, cultural, política, pública no es fácil porque tenés que saber, entender y ser idóneo con lo que creés y pensás. Creo que el arte es un derecho, una herramienta de educación y que la cultura viva popular es para todos. No es el arte para los pobres. Por eso siento que soy una agitadora comunitaria, me denomino así. ¿Romina baila hip hop? Sí. ¿Romina se formó en una academia profesional? Sí. Hice las dos cosas pero hoy decido defender a través de lo que aprendí en las causas sociales. Pongo mi herramienta de la danza en pos de luchar, de hacer justicia con lo que sé.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Tener una gira con mi compañía. Estamos preparando una obra hace un año y estamos queriendo recorrer Latinoamérica en países que realicen la misma metodología que nosotros: ser artistas comunitarios que bailamos en pos de causas. A su vez, queremos tener un espacio propio en donde poder trabajar diferentes cosas que tengan que ver con lo social y artístico, sobre todo referido a la mujer. Fuera de foco empezó formado por mujeres a las que les pasó lo mismo que a mí, que fueron abusadas, maltratadas y abandonadas. Ese fue el primer recurso que tuvimos para poner a favor y en juego de lo que no queremos que suceda más. Hoy en la compañía somos diez personas entre las que hay hombres: un músico, rapperos, bailarinas de danza contemporánea y de hip hop. Esa mixtura la ponemos a favor de nuestros de derechos y de los derechos de los demás, y hacer justicia para todos no para unos pocos. Queremos un espacio donde podamos seguir armando y formando otros nosotros.