Se vieron, pegaron onda, volvieron a salir, te invitó a comer, conoció a tus amigos, todo parece indicar que están en una relación. De pronto no te responde el chat, probás mandarle un mensaje y nada, le hablás por Instagram y te clava el visto. Que la ansiedad no te carcoma, puede ser que te hayan hecho ghosting, una nueva forma de ruptura.
Texto. Belén Macua / Ilustración. Brunancio
Vivimos en una época signada por lo efímero: nunca fue tan fácil conseguir compañero para pasar el rato. Y así como llega, se va, a veces sin mediar palabra alguna. Se conocieron por Tinder, Grinder, Happn, Facebook o en un boliche, se gustaron y comenzaron a salir. Todo marcha viento en popa, o eso parece, hasta que deja de responderte los llamados, los mensajes y no te contesta ningún chat.
Teniendo en cuenta las múltiples posibilidades que te brinda la tecnología para ubicar a alguien, uno pensaría que no es tan fácil darse la vuelta y hacerse el muerto. Es por eso que ante la desaparición inminente del “filito”, lo primero que se te ocurre es que está sin internet, no tiene crédito en el celular, entró en un coma inducido o se encuentra en una misión ultra secreta del FBI. Probablemente sólo estés sufriendo ghosting.
La palabra deriva de ghost, que quiere decir fantasma en inglés, y significa ignorar a alguien, desaparecer de su vida sin ninguna explicación. Si bien no es algo nuevo, las tecnologías modernas lo volvieron más común. Una encuesta de la revista Elle concluyó que el 16,7 por ciento de los chicos y el 24,2 por ciento de las chicas lo sufrieron alguna vez. Parece que la famosa excusa de irse a comprar cigarrillos que popularizó el papá abandónico de Nelson, de Los Simpson, evolucionó al “fantasmeo”.
Tenemos que hablar… o no
Las nuevas aplicaciones nos facilitaron una especie de máscara virtual donde refugiarnos y este pseudo anonimato le dio a los cobardes el empujoncito que necesitaban. Sherry Turkle, profesora de sociología del Instituto Tecnológico de Massachusetts, explicó en una entrevista con el diario Huffington Post que ésta práctica es propia del mundo virtual. “La idea de que si yo te pregunto algo vos me puedas contestar con “nada”, es algo que no podría darse presencialmente”, explica.
Nos acostumbramos a que no responder un mensaje para deshacerse de alguien es “normal”, lo naturalizamos. Se pierde la empatía y no se tiene en cuenta al otro y lo que podríamos ocasionarle al descartarlo como si fuera un objeto sin valor. “Eso tiene serias consecuencias, porque cuando nos tratan como si pudiéramos ser ignorados, empezamos a pensar que eso está bien y nos tratamos a nosotros mismos como personas que no han de tener sentimientos”, asegura Turkle.
Los millenials se están convirtiendo lentamente en ciborgs incapaces de confrontar al otro para evitar el drama que podría acarrear una ruptura. Son una especie de Pinocho a la inversa: niños que buscan ser marionetas refugiándose en mentiras, ocultándose en las redes y huyendo de cualquier tipo de contacto social intenso.
Hoy estoy, mañana no
Nadie sale ileso del ghosting, ni el ignorado ni el que ignora. Mientras que el primero sufre un fuerte golpe a su autoestima, el otro puede sentir culpa y vergüenza por haber actuado así. Es muy importante que exista el periodo de duelo luego de terminar con alguien, y en estos casos la persona debe atravesar esto sin saber lo que está ocurriendo.
La psicoterapeuta estadounidense Elisabeth J. LaMotte explica a BBC Mundo que la persona que sufre esto al principio le cuesta aceptar lo que le está pasando y se inventa excusas que puedan explicar el comportamiento del otro. “Cuando son conscientes de la realidad, tienen que hacer frente al dolor de saber que el otro no se tomó la molestia de dignificar la relación y decir adiós”, dice la profesional.
No sólo deben enfrentar el dolor de haber sido abandonados, sino que muchos aún siguen conectados con esa persona por Facebook o Instagram. Se ven sometidos a una especie de tortura arcaica modernizada en la que deben observar por una pantalla como la otra persona continúa su vida como si nada.
Te quiero (a veces)
También existe el benching o zombing. No te limpies los anteojos porque leíste bien. Esos nombres, aunque parezcan poco serios, son reales. Significa mandar a alguien al “banco de suplentes”. Llueven los “me gusta”, los comentarios y los mensajes pero la relación no avanza al plano físico. Es una especie de muerto vivo, aunque no tan interesante como los de las películas del cineasta George Romero. Éstos no quieren cerebros frescos, sólo histeriquear un poco antes de irse a dormir.
La comunicación humana es complicada, uno siempre dice más de lo que cree decir y el otro siempre interpreta lo que desea. Prácticas como el ghosting sólo exacerban nuestra incapacidad para relacionarnos. La única manera de evitar estas situaciones engorrosas es elegir con cuidado a la otra persona, y siempre recordar que si al otro no le gustas, él se lo pierde.
NADIE ESTÁ A SALVO
El término ghosting fue acuñado en el 2015 a partir de un artículo publicado en el diario New York Times que hablaba sobre la ruptura del compromiso entre los actores Sean Penn y Charlize Theron. Se rumoreaba que la actriz decidió ignorarlo, ni siquiera un mensaje de cortesía como para que no se compre el traje para el casamiento. Luego salió a desmentirlo.