En la era de la virtualidad, para las personas con acceso a internet, las redes sociales juegan un papel importante a la hora de construir una imagen sobre los otros, pero ¿qué hay de real en esas fotos y movimientos virtuales que publican los usuarios en sus redes? ¿de qué manera los parámetros de belleza socialmente legitimados influyen en esa construcción?
Texto. Estefanía Santoro / Ilustración. Matías G. Martínez
Para aquellos jóvenes con acceso a internet en la era de la virtualidad las relaciones sexo afectivas, sean fugaces o duraderas, suelen comenzar con una conversación a través de alguna plataforma de mensajería instantánea. Antes de concretar una primera cita cara a cara con una persona, se salta de inmediato al famoso “stalkeo” (espiar) con el fin de obtener algo más acerca de ella. Mediante fotos, publicaciones y comentarios que alguien realiza en sus redes sociales, las personas van construyendo una imagen del otro, preconceptos, una idea de cómo se cree que puede ser éste según como se exhibe en las redes.
Las identidades cobran significado a través de la mirada de los otros, pero en internet estas miradas no nos conocen realmente ya que las redes permiten crear identidades ficticias. Pero, ¿qué hay de real en todas esas imágenes y movimientos virtuales que realizan las personas? Patricia Mouzo, abogada y psicóloga especializada en Psicoanálisis vincular, explica que la imagen que los otros construyen de nosotros a través de las redes sociales se basa en representaciones sin significados reales, porque en las redes somos sujetos sin sentidos y agrega: “La proliferación de la Web, ha disparado un escenario de miradas, sin potencial real de significarse, nadie conoce a nadie desde lo real. Lo habitual es una serie de fotos, que nada dicen de la película real de nuestras vidas, de nuestro ser real”.
STALKEAME QUE ME GUSTA
La razón por la que las redes sociales juegan un papel tan importante a la hora de reconocer a un otro como un posible sujeto deseado se debe a que, muchas veces, el primer contacto que se tiene con un desconocido es a través de este “stalkeo”. La imagen que construimos del otro a partir del mundo virtual puede tener un mayor o menor grado de cercanía con la realidad. Cuando no existe correspondencia con lo que luego se ve en un encuentro real se produce una desilusión. Sólo para gustar o agradar al otro, algunas personas muestran una imagen que no siempre se condiciona con la real. Mouza asegura que: “En el lenguaje de pantallas, parte de la cultura de la simulación que nos envuelve, se erosiona la frontera entre lo virtual y lo real, lo público, lo privado y lo íntimo, se superponen y confunden, convirtiendo un Yo singular en Yoes múltiples”. Así como en las redes se pueden inventar identidades, también te permite ser aquello a lo que se aspira ser, pero que no se es en realidad.
En la época en la que vivimos, parece existir un síntoma donde lo que más importa es la imagen estética y un creciente culto al cuerpo. Como si la felicidad de las personas dependiese de ello, se hace lo imposible para ajustarse a los parámetros de belleza socialmente legitimados. Las personas que no encajan dentro de esos estereotipos, en especial los que tienen personalidades débiles, son el blanco fácil para toda clase de discriminaciones. “Las redes son vehículos privilegiados para canalizar – entre los jóvenes – la agresión. Estas nuevas formas de relacionarse están cargadas de contenidos violentos donde el discurso que se produce, lejos de generar comunicación y encuentro, vehiculiza descargas agresivas que se enmascara en la letra, y se esconde atrás de palabras”, explica Mouzo.
MODELOS FABRICADOS, ESTEREOTIPOS CONTROLADOS
El ciberbullying (acoso virtual) agredir o dañar verbalmente a través de una plataforma de internet causa los mismos daños que el que puede sufrirse en cualquier espacio social o en las relaciones interpersonales. Más aún hoy donde la imagen que tenemos de los otros se construye a través de cómo nos mostramos en Facebook, Instagram, Tinder, Grinder, Twitter, Happn, etcétera. Ahí donde también se juega gran parte del reconocimiento que hacen de nosotros y que hacemos de los demás. Los cánones de belleza impuestos en los medios masivos de comunicación, las publicidades y las pasarelas se trasladan a las redes y ejercen mayor presión en mujeres que en hombres. “Son las jóvenes, las más vulneradas, las más agredidas, los estereotipos femeninos son muy fuertes y los modelos ‘idealizados’ hace que queden excluidas muchas chicas que se ven diferentes, y eso trae conmociones en sus vidas. Cuerpos jóvenes esbeltos que responde a mandatos culturales y epocales donde la exigencia de la perfección lleva, en algunos casos, a trastornos de la personalidad”.
En definitiva, el mundo virtual y en especial las imágenes virtuales brindan un sinfín de posibilidades a la hora de construir identidades, pero lo realmente importante continúa siendo el contacto presencial, aquel que nos permitirá constatar la veracidad de todas esas formas posibles de ser en las redes para poder afectarse con sujetos reales.