Hablemos del cambio de horario que sufrió la joda en estos últimos años. Sabemos que mencionar a la pandemia ya es una fiaca, no queremos aburrir a nadie; pero lo cierto es que ella y la cuarentena que implicó aparecen cómo una de las primeras razones directas para la modificación que sufrieron salir a bailar y/o tomar algo.
Por: Belén Prieto | Imágenes: freepik
Pensemos en la joda hace unos años. Nos cambiabamos a las 12 para ir a la 1 o más tarde a la previa. Y recién a las 3 am pensábamos en ir al boliche o a la fiesta. Ahora, es distinto y a las 3 o 4 de la mañana ya estamos de nuevo en nuestras camas. O por lo menos ese es nuestro caso, y el de la mayoría de nuestros círculos sociales.
Ya sea que la pandemia nos vino bien para tener la excusa del cambio social y salir (y volver) más temprano, o porque verdaderamente dicho cambio social nos afectó, los que elegimos la joda temprano hoy somos muchos. Y no podemos negar que un poco bien se siente.
Con esta nueva modalidad, los bares que se convierten en bailables son los que la rompen. Un tapeo rápido de algunos platitos para compartir en la mesa, ya acompañando con algunos tragos; para después seguir con más alcohol y pasar a la semi pista de baile que se forma cerca de la barra y que se asemeja a un boliche pero no lo es. Quizás sea mejor. Más relajado, con menos presiones, con más espacio y menos gente. Estos bares son la combinación perfecta entre la modalidad pasada y la que llegó con la pandemia.
Abogamos además por la joda tempranera porque nos regala dejar atrás el famoso interín que nos obligaba a hacer tiempo antes de salir. Ahora vamos directo, temprano. Y, en consecuencia, volvemos temprano. Atrás dejamos esa sensación de estar destruídos al otro día, o por lo menos a ese nivel de malestar que nos generaba recién tocar la almohada a las 8 de la mañana.
Casi me animo a decir que el asado familiar del domingo no es tan tortuoso como lo era antes. Casi.
Y todos tenemos que admitirlo: la siesta para que se haga la 1 de la mañana era lo peor. ¿O no? Nosotros estamos del lado tempranero de la joda, y hasta nos sumamos a las cenas a las 20 de la noche. Pero esto es Argentina y nos preguntamos si esta es una realidad que vino para quedarse, o si es algo pasajero y pronto (o ahora) estamos volviendo a nuestros viejos hábitos.