Fab Ciraolo nació con un lápiz en la mano y en su mente ya estaba determinado que se dedicaría a dibujar. Con la serie “Classic Taste Better” este ilustrador chileno se hizo conocido mundialmente y generó un fuerte impacto visual. Sus obras son una invitación a sumergirse en un universo paralelo, donde todo está en otro lugar, fuera de tiempo, desencajado y fusionado con elementos que no les son propios.

Texto. Florencia Garibaldi / Fotos. Gentileza Fab Ciraolo


Vendiste tu primer cuadro a los 12 años. ¿Fue ese el puntapié para darte cuenta que podías vivir del arte?

Sí. Lo mío siempre fue dibujar. Era lo único que quería hacer. Me di cuenta de muy chico que podía vivir de esto, me impactó que me dieran plata por algo que para mí era natural. En realidad, fue un cuadro lo que vendí. En las juntas familiares que hacíamos en mi casa, cuando estábamos todos sentados en la mesa, yo me ponía a dibujarlos a todos. Tranquilo y callado. Un amigo de mi papá lo vio y me dijo que me lo compraba. Para mí que me diese plata, aunque no era nada, fue una pequeña transacción que me marcó. Me hizo un click y me dio una visión diferente porque para mí dibujar era como respirar.

¿Influyó que tu papá te haya llevado a exposiciones y te pusiera en contacto con ese mundo desde tan temprano?

Claro. No tengo un background de familia de artistas, pero mis padres intentaron acercarme al mundo de la pintura siendo muy chico. Como yo estaba interesado en ir a exposiciones, me llevaban y acompañaban. Aunque siempre tuve una búsqueda más personal con la pintura. No tenía familiares con quienes descubrir cosas, entonces fui más autodidacta. Encontraba mis propias situaciones.

¿Por qué estudiaste Diseño Gráfico?

No tenía idea de qué hacer. Solamente quería dibujar todo el día. Me decidí por Diseño para probar, pero siempre fui por el lado de la ilustración. La carrera me permitió acercarme más a la tecnología,  y me dio más herramientas digitales que ahora me acortan muchos los tiempos. Otra cosa que me fascinaba era llegar a hacer el arte de tapa de discos.

La serie “Classic Taste Better” fue lo que te llevó al reconocimiento mundial. ¿Cómo surgió la idea de descontextualizar a todos estos personajes y meterlos en un nuevo mundo?

No lo planeé. Un día decidí parar el mundo que me rodea y pintar lo que a mí gustaría ver. Fue como un stop a todo lo que me estaba envenenando, haciendo gastar tiempo, lo que me llamaba la atención. Empezaron a salir todos esos personajes, pero no sé cómo. Me encanta igual el misterio que hay detrás de eso. A veces pasa un mes y no se me cae una idea y después me aparece algo. No soy de planear las cosas. Mí día a día no es planeado y puedo hacer lo que quiera. Entonces mi obra refleja cómo es mi vida también, y cómo soy yo. Trato de liberarme de tendencias, de ataduras, de conceptos. Quise dibujar esos personajes, pero en esos colores, con tatuajes. De ahí, todo varía en relación a qué clase de día tengo y mis ganas.

¿Qué te sucede cuando lográs bajar todo eso que tenés en la mente dando vueltas?

Antiguamente las estrellas de rock, los actores, eran inalcanzables. Como por ejemplo pasaba con Michael Jackson, la gente en los conciertos se desmayaba. Se endiosaba a estos personajes, con los cuales existía una brecha enorme. Ahora no, si querés le podés mandar un tweet a Rihanna. En mi adolescencia esa gente eran dioses que te hacían cambiar las formas de pensar, de ver las cosas. La adolescencia es una etapa que te marca. Entonces, sigo en la búsqueda de esas emociones que tenía cuando era chico, que hoy no las tengo. Como cuando te hacían un regalo y te emocionabas. Cuando dibujo me puedo ir por un momento al pasado y volver a sentir ese tipo de sensaciones. Los artistas nos movemos por cosas personales.

¿En qué estás trabajando actualmente?

Estoy intentando hacer una serie que básicamente son personajes de la música o que me llaman la atención, que me gustan estéticamente, propuestos de una manera que se relacionan con la muerte. Es un tema que me interesa mucho, que es tabú y que se ve como feo. Es un planteo que me hice de qué pasaría si me muero y me encuentro con cierta gente que admiro mucho. Alguien que me interesa es Alberto Olmedo, viajo mucho a Buenos Aires y descubrí cosas de él que me fascinaron. Quiero armar algo que lleve a pensar.