ROBERTO PELONI ES ACTOR DE MUSICALES, DE ESOS QUE PONEN Y ENTREGAN EL CUERPO EN EL ESCENARIO PARA EL DELEITE DEL ESPECTADOR. DE ACTUAR ARRODILLADO COMO LORD FARQUAAD EN SHREK, QUE LE VALIÓ EL ORO EN LOS PREMIOS HUGO, PASÓ A DESPLEGAR TODA SU ALTURA MONTADO COMO EL DOCTOR TRAVESTI Y EXTRATERRESTRE EN LA OBRA THE ROCKY HORROR SHOW.

Texto. Florencia Garibaldi / Foto. Monstruo Estudio


Estudiaste teatro desde los 15 y en lo que es comedia musical arrancaste en las grandes ligas con el director Pepe Cibrián. ¿Cómo fueron esos comienzos?

Cuando me enteré de que había una escuela municipal de teatro en Lanús, donde vivía, algo me vibró. Hice toda la carrera ahí y después me formé en la academia de comedia musical de Julio Boca. Me empezó a gustar el género y seguí estudiando con varios maestros, como Julio Chávez. Hacer una obra con Pepito es como la colimba (risas). Hice una audición que duró un mes y medio. Arranqué directo con un proyecto en el Teatro Ópera. Di el primer paso de manera profesional. Antes de eso había trabajado para el Teatro San Martín durante un año. Estaba bueno verse en esa programación. No paré más. De chico no veía teatro,  ni tenía una familia dedicada a eso. Con el tiempo pude hacer algún entretejido y analizar de donde venía mi pasión.

Después de dos obras con Pepito, pasaste a Broadway y hacías de swing, o sea tenías la dura tarea de saber todos los papeles…

Sí, estuve en El Fantasma de la Ópera y en La Bella y la Bestia. Fui swing en las dos y reemplazo de Lumière y Raúl (Fantasma). Fue un momento de mucho aprendizaje. El swing es un poco ingrato. Te perdés siempre el estreno y la última función, a menos que suceda algo.

¿Pero no sucedió eso con La Bella y Bestia y tuviste el rol protagónico que te dio mucho reconocimiento?

El actor que hacía de la Bestia en los ensayos generales se lastimó la pierna y salí yo en el estreno. Ahí empezó a armarse dentro mío una fórmula que después me dio resultados. Estaba en esas dos producciones inmensas con un enorme éxito internacional, aprendí mucho. Me sabía las obras de memoria y en qué segundo se movían las escenografías, porque es una maquinaria peligrosa con tecnologías automatizadas que se programan con computadora. Si estás mal parado te lastima mucho o te mata. Me aprendí los shows enteros y eso me benefició. Por un lado, estaba aparentemente invisible ahí. Por otro, hacía también La Parka. La súper producción versus el protagonismo en algo más under, que para mí fue el inicio de esto que es hoy Rocky. Era medio de culto, que iba un día a la semana y tenía muchos adeptos e invitados especiales.

Estabas en lo independiente y en lo comercial. ¿Cómo se unieron esos caminos?

Con el tiempo se hicieron el mismo camino, en términos de reconocimiento. Y aún hoy sigo estando en ambas cosas. Por ejemplo, los jueves hago la obra Cuando el bosque se nos venga encima, es el acto de rebeldía que me tomo. Es una función para 15 o 20 personas. Es el contrapunto de Rocky, del brillo, de la cosa más frívola. Hay un lugar de entrenamiento, de encontrarse con un autor, con un material que requiere de movimientos más sutiles. Rocky es una fiesta, está todo regalado, la pasas bien. Lo otro es algo más delicado, sensible. Estamos en una sala pequeña, donde hay intimidad y pasan otras cosas. Rocky es una comedia, que por más que haya distancia se percibe una respuesta por las risas. Necesitaba achicar el espacio para tener al espectador en frente. También estoy a punto de estrenar en el Cervantes Cyrano de más acá. Y para ir juntando a todos los “pelonis” que andan por ahí, en el Maipo voy a estrenar un unipersonal.

“Frank-N-Furter es un vampiro, que en vez de morder te coge. Es una especie de Doctor Frankestein, que no se construye un monstruo sino un chongo (risas)

Sos muy parecido al actor Tim Curry, el verdadero Doctor Frank-N-Furter. ¿Es verdad que The Rocky Horror Picture Show te llegó en un VHS cuando recién arrancabas y notaste esa semejanza?

Es muy loco, por eso me tatué lo mismo que tiene el personaje. Esa película me la regalaron unos amigos que habían viajado a Nueva York y sabían que me gustaba el teatro. Ni la conocía y estaba en inglés sin subtítulos. No entendí nada porque era una locura, pero me voló la cabeza y vi el parecido con el actor. “Soy igual a ese chabón”, pensé. No sólo era la fisonomía, sino también los gestos. De hecho, pasaron 20 años y para mí hacer esta obra es como una vuelta a ese momento en el que estaba con la videocasetera viendo la película. Lo que pasó con el maquillaje en las primeras pruebas es que lo hicieron demasiado correctivo y se perdieron mis rasgos. Lo miré y le dije al maquillador que estaba buenísimo pero que me había corregido facciones que hacían que perdiera esa semejanza con Tim.

Esta comedia tiene muchos guiños a películas de terror como Drácula y Frankestein, mezclado con lo sexual. ¿Cómo manejan todos estos tópicos tan transgresores para la época en la que se creó la película?

Lo sexual y lo erótico están siempre en las películas de terror. Van de la mano. La vuelta que le da Rocky a esto provoca mucho humor. La obra está pensada con un final como el de los 60 o 70, con una ruptura de lo sexual. Desde lo musical también hay una evolución de todo lo que es el glam. Habla de una apertura que sucedía en esa época, que tal vez hoy no significa lo mismo. En ese momento, había una revolución sexual y aparecían las drogas alucinógenas. Por eso, Brad y Janet tienen esos looks. Frank-N-Furter es un vampiro que, en vez de morder, te coge. Es una especie de Doctor Frankestein, pero que en vez de hacer un monstruo, se construye un chongo (risas) y es extraterrestre. Va juntando todos esos guiños de las películas de terror.

En Shrek tuviste que hacer todas las funciones arrodillado porque Farquaad es enano. ¿Cómo es el desgaste físico de estar en escena tanto tiempo cantando y bailando?

Enorme. Shrek fue muy complicado. La idea era estar de rodillas pero hacer de todo, quería correr, bailar y saltar. En Rocky también me duelen los pies porque uso zapatos muy altos. Frank sigue pisando como hombre, es pesado, no es livianito. Es una energía que hay que ponerle mucho. Lo divertido es que no tiene que ser una nena, es todo, hombre y mujer, tiene esa ambigüedad.


3 COSAS DE ROBERTO

Una banda: Queen

Una película: Los amantes del círculo polar

Una obra de teatro: Terrenal de Mauricio Kartun



Agradecimientos:Teatro Maipo