Peter Lanzani en constante cambio

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Luego del gran éxito cosechado durante años en la ficción Casi Ángeles, supo forjar su propio camino actoral. En el 2015 su carrera despegó en el cine con El Clan y además gestionó por sí mismo en teatro la obra Equus. Hoy, lo vemos en la tira La Leona, encarnando un personaje muy desafiante.

Texto. Florencia Garibaldi / Foto. Mariano Michkin


En el 2012, Peter ya había protagonizado una de nuestras tapas y fue furor. Nos llamaron de todo el mundo para pedirnos la revista, algunas fans incluso estaban al borde del llanto por conseguir un ejemplar. En aquel entonces, recién estaba dando sus primeros pasos fuera de la adolescencia y se enfrentaba a lo desconocido. Sin embargo, a sus 25 años está por su cuenta y sigue produciendo la misma excitación en el público que cuando pertenecía a la crew de Cris Morena. En esta nota, lo encontramos parado en un momento muy profesional y maduro de su existencia, con los pies bien plantados en el terreno laboral.

El salto de lo teen al mundo adulto lo diste cuando trabajaste en La Dueña. ¿Cómo fue ese cambio de universos?

Es un cambio que sucede lógicamente, que le pasa a todo el mundo en relación a la edad. Ahora no me siento ni chico ni grande. Fue difícil. Tuve laburos que hubo que pelearlos mucho, otros no. Por ejemplo, ahora con La Leona salió de Telefe y de Árbol convocarme, y me encantó el proyecto. Veo también qué tengo ganas de interpretar en el momento, voy tratando de elegir y ver qué me llama la atención para generar nuevos desafíos y tratar de salir adelante, y llevarme nuevas experiencias. Lo importante es aprender y cuando tenés la oportunidad significa pelearla hasta el final. Me ha pasado de participar de proyectos el año pasado, como El Clan, que fue muy difícil entrar, pero volvería a pasar por todo eso de nuevo.

“Ningún actor de mi edad se tomaría a la ligera la oportunidad de filmar con Pablo (Trapero) o con

Guillermo (Francella)”

¿Qué fue lo complicado?

Fui a una primera reunión y después a diferentes pruebas de cámara, que fue todo especial porque a medida que ibas pasando las etapas podías conocer más de la historia e irte afianzando con el personaje. Ningún actor de mi edad se tomaría a la ligera la oportunidad de filmar con Pablo (Trapero) o con Guillermo (Francella), y con semejantes productoras, entre las cuales está El Deseo que es de los Almodóvar Brothers. Es impresionante meterse y poder contar un drama de esa manera. Tenés que estar a la altura, lo que sucede traspasa la pantalla. Es una gran “Trapero”. Me ayudó haber conocido mucho su estilo de antemano, y saber por dónde van sus películas, para entender por dónde quería él que arme al personaje.

Se da la casualidad de que a todos los de tu generación que fueron descubiertos por Cris Morena les fue muy bien, como si los hubiese tocado con una varita mágica…

La verdad es que hay disciplina, hay maneras, ganas de trabajar y respeto. Es un entrenamiento. No hay ninguna varita, ni el prejuicio de que es Cris Morena y solo vas a terminar en cosas adolescentes. Ella tiene el ojo y después impone una modalidad de laburo que te imparte conducta y el conocimiento de cómo hacer las cosas, es profesionalismo puro. Somos afortunados porque hacemos lo que nos gusta. No todo el mundo tiene la posibilidad de trabajar de lo que quiere. Entonces hay que aprovecharlo. Pero hay que formarse y ser profesional, no todo es viva la vida. A la hora de laburar y entrar a un set tenés que estar a la altura de las circunstancias. Sino el que sale mal parado es uno. Luchaste para conseguir un personaje, no le diste bola, se te fue de las manos, y corrés el riesgo de que no te llamen más.

“Choca ver el cuerpo desnudo, estás más inestable que nunca como espectador. Si no te genera nada fallé yo y fallaste vos si saliste riéndote de que estaba en bolas”

Compraste los derechos de la obra teatral Equus, que afuera la hizo el actor Daniel Radcliffe. ¿Por qué la elegiste?

Sí, y acá la hizo Miguel Ángel Solá que es un señor de la actuación. Tuve el honor de que haga de mi papá en La Leona encima. No vi la de Daniel, había algo que me hacía ir a verla, pero menos mal que no fui, no quería condicionarme. Un amigo me la recomendó, me habló mucho sobre la obra cuando estaba haciendo Camila. Estuve atrás de diferentes versiones hasta que la gente de Palermo Films, que son los que me ayudan a producir, me dieron una mano con los derechos. Es un personaje muy lindo y complejo, física y psicológicamente muy intenso. Ponerse todos los días en esa piel, durante una hora cuarenta y estar metido ahí. Estamos arreglando algunas cosas para ver si este año la seguimos haciendo.

En todos los medios remarcaron mucho el tema del desnudo…

Lo tomaron antes del estreno, igual siempre es llamativo, pero después las críticas se enfocaron por otro lado. Es un cuerpo humano pero la gente siempre tiene fetiche, más si es de alguien conocido. Cuando vas a ver la obra te llevás una sorpresa. Porque no salís hablando del desnudo, sino de lo poética y fuerte que es la escena. Porque trata de una paradoja del nacer, habla sobre muchas cosas, es muy angustiante. El desnudo está metido a propósito porque el contenido es muy fuerte y entonces todo se extrema más. La gente va y dice “Ay vamos a ver el desnudo del famosito”, pero de pronto llegás, se te pone alguien en pelotas y es difícil afrontarlo. Me paso a mí mil veces y trabajo de esto. Por ejemplo, cuando fui a ver Tango Feroz. Choca ver el cuerpo, respirás, te tenés que acomodar. Pero se tiene que generar eso para que te produzca algo, porque estás más inestable que nunca como espectador. Si no te genera nada fallé yo y fallaste vos si saliste riéndote de que estaba en bolas (risas). Por suerte no sucede tanto. La obra llega y hace lo que tiene que hacer.

“En La Leona está bueno poder mostrar a una persona que está completamente manija con las drogas y lastimándose a sí misma para salir de la realidad”

¿Cómo fue el feedback en las redes?

Siempre es lindo salir de la función destruido y encontrarte con la gente ahí. En las redes son 140 caracteres, en la vida real si querés nos tomamos una birra y lo charlamos. Me gusta que no se pierda eso de lo real. De salir del teatro y que estén todos ahí. No soy fanático de las redes sociales, uso Twitter cada tanto. Es mas en un momento lo había cerrado, porque tenés esa arma de doble filo que a mí no me gusta para nada, de que todos tenemos la libertad de poner lo que queramos. Pero llega un momento que tu libertad se coarta con la del otro y hay gente que no tiene la mejor de las energías y no les importa nada. Es muy fácil esconderse atrás de eso. Me meto ahí para pasarla bien y recibir lindos comentarios, no para ligarla. El otro día se pelearon unos fans de Casi Ángeles con unos de Chiquititas, quedé yo en el medio y nada que ver. Unos decían que sin Chiquititas no hubiese existido Casi Ángeles con el gordo de Peter Lanzani (se ríe). No les presto atención, no me generó nada. Son esas pequeñas cosas que si una persona no está bien se engancha, depende de tu estado de ánimo. Capaz un día no te levantaste bien, te morfas toda esa negatividad y te quedás mal todo el día. No solamente a los famosos, le pasa con cualquiera. ¿Por qué hay que lastimar al otro?

En la ficción La Leona, hacés de Brian Miller. ¿Qué desafío hay detrás de interpretar a este chico con problemas de drogas y una familia muy trastornada?

Tengo un padre, una madre y un hermano que son tres actorazos. Es una familia muy oscura que vive en el pasado y en el futuro constantemente. Están siempre atrapados donde no tienen que vivir. Mi personaje viene de Europa y es dentro de esa familia el único con luz, tiene algo de que es un buen pibe pero está perdido por la adicción a las drogas. Me pareció interesante contarlo, salga o no de eso. Son cosas que suceden en la vida real y está bueno poder mostrar a una persona que está completamente manija y lastimándose a sí misma para salir de la realidad, en vez de enfrentarla. Está muy perdido, no tiene amigos, ya se fue y se tuvo que volver porque no le alcanzó la plata o hay algo raro con su padre. La familia es realmente mala. Va encontrando momentos de plenitud pero se ve tan absorbido por todo lo familiar que no puede salir de eso.

Venís en una línea de hacer roles con cierto grado de profundidad desde el año pasado…

Sí y no voy a tener esa posibilidad toda la vida. Hay pocas chances y son para determinado tipo de público.

Y ahora que volviste a una tira televisiva, ¿cómo te influye ese rating del día a día?

Las tiras van mutando según el rating, pero esta vez tuvimos una experiencia muy interesante porque estrenamos con todo ya grabado. El proyecto ya está hecho, no va a cambiar en base a como vaya eso, va a ser completamente fiel a sí mismo. No creo ni me gusta pensar en el rating. Obviamente me condiciona porque uno quiere que le vaya bien y trata de hacer lo mejor posible porque de eso dependen muchísimos factores. Pero me gusta pensar que entre La Leona y Los Ricos no Piden Permiso hay 25 puntos de rating de tiras argentinas, eso es lo más importante que tenemos. Formamos un grupo con la gente del programa y nos juntamos a ver los capítulos, y los comentamos. Cuando murió Pedro nos dimos cuenta de que explotó todo, y vamos viendo qué sucede en las provincias y analizamos las redes sociales. Mucho te lo da la calle igual, que salgas, la gente te hable cuando pases y te digan: “Qué hijo de puta que sos” (risas). Se la creen, la ficción traspasa la realidad.